El lobo y la mosca

Un día, al lobo le entra hambre y no se puede resistir a comer o , mejor dicho, a devorar todo lo que encuentra. Y ya no puede parar. Devora de todo: comida, objetos, plantas, juguetes e incluso un simpático minino. Eso sí, cada vez come algo distinto y ese algo es lo que deberá descubrir el lector gracias a las pistas que encontrará a lo largo de las páginas. En un principio, no parece fácil saber de qué objeto se trata y más que girar la página recomendamos fijarse en los colores de las páginas impares donde aparece el lobo que coincide con el color del objeto o animal en devorado para adivinarlo. También es útil observar la expresión de la comida que intuye que es su turno.

El texto de Antje Damm es sencillo, breve y muy efectivo porque nos sitúa en el centro de la historia y acrecienta la sorpresa porque nos sumerge de lleno en la intriga. Las ilustraciones – a cargo de la misma autora- son muy cuidadas con especial atención a las expresiones de los personajes. La sucesión de comida desaparecida y el hambre interminable del lobo se desarrolla de forma lineal hasta que el postre se le revela. El cuento se puede leer en voz alta e incluso se pueden añadir más elementos para comer dentro de la amplia gama que permiten los colores y que se pueden encontrar en un aula, en el salón de casa o en el exterior. de esta forma, aprovechamos la estructura circular del libro para ampliar la experiencia lectura y agudizar nuestra capacidad de improvisar y aumentar el vocabulario de nuestros pequeños.
Una historia llena de humor que propone un juego de ingenio que protagoniza el malo de los cuentos por excelencia como es el lobo. A pesar de que algunas reescrituras de los cuentos de siempre insisten en cambiar su papel como bueno, el hambre voraz que lo caracteriza es capaz de obligarle a cometer lo peor como, en este caso, zamparse todo lo que se ponga en su camino.
El libro está editado en formato pequeño y tapa dura y gruesa muy resistente a la manipulación. Ha sido reconocido con el premio Leipziger Messe y por la Stiftung Lesen de Alemania.
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