Es una novela que me ha mantenido enganchada todo el rato. Creo, estoy convencida de que se va a convertir en una de mis favoritas del año. Comentabamos Mamen, mi compañera de lectura, y yo, lo bien conseguida que está la ambientación histórica ( año 1070 en adelante) como la narración refleja fielmente los acontecimientos que sucedieron entre Sancho de Castilla, Alfonso de León y Urraca de Zamora, con la participación del Cid y otros secundarios de lujo. Viajamos hasta donde las batallas y traiciones tuvieron lugar e intentábamos dilucidar si realmente el motivo de tanto odio y tantas guerras fue la pura ambición de poder o tenían otra base, otra motivación que es la que propone la escritora: la necesidad de un padre de descubrir que ocurrió con su amada hija, donde está, quien la hizo desaparecer y por qué. Y es que, además de traiciones, romances, celos, ambiciones desmedidas, duelos y batallas, la novela derrocha amor. Si, claro, el amor prohibido entre dos jóvenes cuyas familias son enemigas y no deben, pero no pueden evitarlo... pero también el amor entre una hija y su padre que es capaz de los mayores sacrificios. Y que conste que sabía lo que iba a ocurrirle a Sancho ( esta parte de la historia la recuerdo del Cantar de Mío Cid) pero me golpeó con contundencia la repercusión que tuvo en su hija y en mi misma. Que sé yo, estaría sensible, pensé ... pobre Leonor... y pobre de mi ¡qué no daría yo por un abrazo de mi padre también, uno pequeñito! Como no iba a entenderla... Lo volveré a releer más adelante, es muy cortito, doscientas y pocas páginas pero inmenso en sentimientos que son universales así pasen los siglos. + Leer más |