Para ellos la ecuación es muy sencilla: cuando el oligopolio acuerda una subida de precios, crece el hambre en el mundo. Y es que, el problema de la pobreza no depende, como ya hemos repetido, del abastecimiento, sino del acceso a la tierra y los alimentos. Y mientras no haya una legislación de mínimos que impida prácticas abusivas por parte de las multinacionales, nadie podrá acabar con el hambre global.
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