La vacuna contra el hambre de Mario Crespo
Mientras en Occidente algunas personas vivieron el confinamiento como un periodo vacacional; sin trabajar, disfrutando de la lectura y el ocio, tomando el sol en su jardín, en los países más pobres más de 3000 millones de personas lo vivieron sin ni siquiera disponer de instalaciones para lavarse las manos con agua y jabón. De hecho, 2200 millones de personas carecían de agua potable y 1600 millones se hacinaban en espacios precarios o chamizos de fortuna construidos en las aceras. Los millones de personas que ganan un pequeño salario haciendo trabajitos en la calle, como recoger cartón o basura o acarrear bultos y paquetes; gente que subsiste gracias a una economía sumergida de billete arrugado y moneda de cobre, perdieron sus empleos.
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