La imagen de la Virgen de Fátima andaba de peregrinación por varios pueblos de España y una delegación mexicana viajó aquel mismo domingo a Madrid con el famoso cuadro de la Virgen de Guadalupe, lo que dió pie a don Dimas a recrearse en las santas bondades de la madre de Dios mientras la mayoría de la concurrencia solo pensaba en la madre que lo trajo a él
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