La princesa de las almas

Nuestro pasado no es nuestro futuro -añade Nox-.
Y aunque no se puede cambiar el pasado, juntos podremos cambiar el futuro.

A veces pienso que Nox es como el viento, que pasa de tormenta a brisa, de fuerte a delicado. De alguien que no me interesaba conocer a alguien que siempre he conocido.
Como equipo, siento que somos casi imparables.

La muerte tiene la costumbre de salirse con la suya.

Ahora sé que si crees que algo debe pasar, tienes que buscar cómo hacer que suceda. El destino no llega solo.
Tienes que exigirlo.

La confianza no sólo es soltar las dudas; es dejar atrás el pasado y mirar el futuro. Y si miro hacia delante y no hacia atrás, ella es lo único que veo.

Selestra no es sólo una bruja, ni sólo una chica. Es un laberinto. Un trazo de posibilidades sin fin, en el que me estoy perdiendo.

No se puede cambiar ni el pasado ni a los demás -dice Nox-. Pero puedes cambiar tú. Lo que tú eres. Ahora. Si eso es lo que quieres de verdad.

¿Cómo puede ser tan guapa y a la vez tan letal?

En este juego no somos los que se esconden, sino los que buscan.

No puedo darme el lujo de creer que ella es distinta.
Selestra tiene razón: ni es una princesa, ni una niña inocente que necesite ser rescatada.
Está hecha de magia oscura, y no puedo permitirme olvidarlo. Hay un fuego dentro de ella... y si lo libera, arderá el mundo.