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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
27 March 2024
Doy el pistoletazo de salida para la nueva temporada de reseñas 2024 de mi reto atemporal de Agatha Christie, y lo hago con Sangre en la piscina, publicado en 1946 (llevo siglos con esto y solo he cubierto veinticinco años de la bibliografía de esta mujer... no digo ná y lo digo tó). ¿Protagonista? El incansable y eterno Poirot. Pero antes os cuento un poco sobre el libro.

Poirot se ha comprado una casita en el campo para pasar los fines de semana, y ha sido invitado a comer por una de sus vecinas, lady Angkatell, dueña de The Hollow. Cuando llega allí se encuentra de bruces con una escena totalmente artificial que parece sacada de una obra de teatro: varias personas estupefactas y quietas, que aparentemente han llegado a una piscina desde caminos distintos, una mujer con una pistola en la mano y, a sus pies, un hombre moribundo en el borde de esa piscina, que solo pronuncia una palabra antes de morir, "Henrietta" (el nombre de otra de las mujeres presentes en la escena). A Poirot todo le parece tremendamente escenificado, ocurren varias pequeñas cosas que provocan sus sospechas, pero el caso no resulta nada fácil de resolver... si fuera fácil no haría falta la presencia de Poirot, claro está.

Bueno, pues aquí tenemos otro caso de Poirot, que una vez más hace gala de su extraordinaria cuenta bancaria porque no hace más que comprar casas por toda la campiña inglesa y jamás se queda en ninguna (será porque en todas acaba ocurriendo cerca un asesinato). En cualquier caso tarda en aparecer, porque Agatha Christie echa mano nuevamente en este libro de un recurso que gusta mucho de usar desde hace un tiempo: el de reservar los primeros capítulos (diez, en este caso) para presentar a todos los personajes que van a formar parte de la trama y que, por tanto, probablemente serán sospechosos en algún momento, las relaciones entre ellos y el motivo de que estén todos reunidos en el momento del asesinato. Y no es hasta el momento exacto en que se comete ese asesinato que Poirot nos honra a todos con su presencia.

¿Quiénes son los protagonistas de esta historia? Pues por un lado tenemos a lady Angkatell y su marido, quienes residen en The Hollow, lugar donde se comete el crimen. Lady Angkatell es una mujer bastante peculiar, de esas a las que en las novelas todo el mundo soporta y perdona sus peculiaridades pero que en la vida real no aguantaría ni el tato. A ella es a quien se le ocurre la idea de esta reunión y quien decide invitar a Poirot, que realmente no pinta nada en un acontecimiento tan familiar salvo que la anfitriona tenga algo en la cabeza. El marido, pues un buenazo que bastante tiene con soportarla. Luego tenemos a Midge, la típica pariente pobre que trabaja explotada en una tienda de Londres y en la que nadie se fija. Ahí se presenta también el matrimonio formado por John y Gerda; él es un guaperas infiel y ella un pan sin sal que aguanta lo que sea con tal de tenerlo al lado. Luego está Henrietta, independiente, de carácter muy fuerte y que se dedica a la escultura profesionalmente. ¿Quién más? Pues Edward, sobrino de los Angkatell, y David, futuro propietario de The Hollow, que preferiría estar comiendo piedras a pasar un fin de semana con toda esta gente. ¡Ah! Y una mujer del pasado que hace ¡chas! y aparece por allí a complicarlo todo. No diréis que Agatha no nos daba sospechosos entre los que elegir... El caso es que dedica buena parte de los primeros capítulos de la novela a presentarnos individualmente a muchos de estos personajes (no a todos) antes de que se reúnan en The Hollow y a mostrarnos la dinámica entre ellos cuando ya están todos juntos. Descubrimos muchas cosas antes de que se cometa el asesinato porque ya sabemos que estos ingleses de la alta sociedad tienen mil secretos, pero también quedan otras muchas en el tintero que serán las que tenga que sacar Poirot a la luz.


Dicho todo esto, me vais a perdonar lo que voy a decir porque intento no juzgar nunca a los personajes, pero me resulta incomprensible la adoración que despierta John Christow entre varias mujeres de esta novela. No puedo entrar en detalles por no hacer spoilers, pero es un ser horroroso, egocéntrico, narcisista, que solo piensa en sí mismo, en su bienestar, en su placer, en lo mucho que se merece en la vida y en lo poco que le importa hacer daño a quien tiene cerca o le quiere... una adoración idealizada y cegata por parte de ciertos personajes que persiste hasta el infinito y más allá. Y tengo muy claro que esta sensación, esta percepción, es conscientemente buscada por la autora, pero vaya, que me ha parecido un tiparraco que no se merece ni una milésima parte de la atención que recibe. He dicho.

¿El final? Retorcido, complicado y, sin embargo, totalmente coherente con todas las miguitas que deja la Christie por el camino. Es una historia peculiar, se lee algo diferente al resto de sus novelas más típicas. Durante toda la novela pulula un algo desolador, un algo triste y pesaroso que nada tiene que ver con el propio asesinato. Muchos de los personajes tienen una mochila muy pesada a la espalda, sueños frustrados, sentimientos enterrados a base de pico y pala que se niegan a verbalizar. Ha habido una muerte, pero ellos están a otras cosas, necesitan poner puntos sobre íes y tomar decisiones que llevan posponiendo mucho tiempo. Son personajes como más reales, más tridimensionales... no sirven solo para el propósito de figurar como sospechosos en la novela, sino que son personajes con derecho propio y son ellos y sus circunstancias los que realmente importan. Da la sensación de que el asesinato es solo una excusa para contar sus historias explorar sus debilidades y fortalezas y presionarles para comprobar hasta donde pueden llegar (bueno, en realidad esto es muy típico de la Christie, pero por lo que sea lo he sentido muy acusado en esta novela).

Lo he dicho muchas veces: desde fuera, cuando solo se ha leído lo más famoso de Agatha Christie o no se conoce a fondo su obra, parece que todo lo que escribía era igual, que sus novelas son todas idénticas y que se dedicaba a hacer copia-pega y ver venir los cheques. Pero no. le gustaba probar cosas nuevas, estructuras diferentes, alternativas a la hora de presentar sus misterios... podía hacer lo que quisiera porque lo que escribiese saldría publicado, pero al mismo tiempo sabía que ese privilegio se lo debía sobre todo a Poirot, e intentaba conjugar ambas cosas lo mejor posible haciendo uso, cada vez más, de esa libertad a la hora de escribir. O esa es la sensación que yo tengo conforme voy avanzando en el reto, vaya.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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