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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
02 April 2022
El misterio de la guía de ferrocarriles es de esas novelas realmente famosas de la autora porque introduce un elemento nuevo en su bibliografía, así que vamos a ello.

Estamos en junio de 1935, y nuestro Hastings sale pitando una vez más de su rancho de Argentina para pasar una temporada en Londres con Poirot. Juntos, como no, tendrán que enfrentarse a un nuevo misterio: están siendo asesinadas distintas personas en distintas localidades y sin relación aparente entre ellas, salvo por el hecho de que en los escenarios de los crímenes aparece una guía de ferrocarriles abierta como seña de identidad del asesino. ¿Cómo se ven involucrados Poirot y Hastings en los hechos? Pues porque el criminal manda una carta a Poirot donde lo reta directamente a que descubra quién es y lo detenga. Firma como A.B.C. y rezuma mucha bravuconería...

Señor Hércules Poirot:

Usted se precia de esclarecer todos los misterios que son demasiado difíciles para nuestra estúpida brigada británica, ¿verdad? Pues veamos, inteligente señor Poirot, lo listo que es usted. Quizá esta nuez que voy a ofrecerle le resulte demasiado difícil de cascar. Preste atención el 21 de este mes en Andover. Suyo afectísmo,

A. B. C.

Lo primero que quizás habría que explicar es el título, de donde viene lo de la guía de ferrocarriles y de donde sale esa firma de A.B.C., porque para los lectores británicos tenía todo el sentido del mundo en su momento pero al traducirlo al castellano lo pierde. En el Reino Unido existía lo que se llamaba la A.B.C Rail Guide (Guía ferroviaria A.B.C), y era una de las muchas guías que comenzaron a publicarse mensualmente cuando la red ferroviaria comenzó a expandirse y a ser de uso habitual en el siglo XIX. Esta en concreto inició su publicación en 1853 y tuvo una andadura muy larga, porque no cerró la persiana hasta 2007. ¿Qué tenía de especial esta guía que la convirtió en favorita para el uso diario de los británicos? Pues que contenía los horarios de trenes ordenados de manera alfabética, mientras que las demás guías eran muy complicadas de consultar. de ahí su nombre, A.B.C., que usa el asesino en este libro para anunciar que va a cometer los asesinatos eligiendo las localizaciones de manera alfabética, y de ahí también el título original de libro, The A.B.C. Murders. Que diréis que para qué os cuento esto... pues porque soy una pesada y, dejando lo evidente a un lado, porque estas guías salen en muchas novelas clásicas británicas de la segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del XX (junto con las guías de viaje turísticas de Baedeker y Murray), y aprovecho para contaros el dato por si os interesa.

Prosigo. No sé si ya habréis percibido cuál es ese elemento nuevo (nuevo al menos en la bibliografía de Agatha Christie) que hace de esta una novela muy famosa entre la obra de la autora: ya no tenemos un crimen privado sino que nos enfrentamos a un asesino en serie. Christie deja a un lado el asesinato con un círculo cerrado de sospechosos entre los que realizar la investigación y donde lo importante era la historia de la víctima, sino que nos topamos con un asesino que avisa desde el primer asesinato de sus intenciones, que también deja claro que es el primero de muchos y que se mueve por toda la geografía inglesa. Pasamos del crimen con motivos desde dentro al crimen frío e impersonal desde fuera. Nuestro asesino podría ser cualquiera, podría actuar en cualquier parte cuya letra inicial coincida con la letra que corresponda del abecedario en ese momento y ante estas circunstancias, lo normal es llegar siempre tarde y cuando el asesinato ya se ha cometido. Aun así para eso está Poirot, para preguntar, indagar en cada escena del crimen, usar sus células grises, descartar falsas pistas y encontrar hilos de conexión donde no parece haber nada de nada. El detective belga está convencido de que saben algo que no saben que saben y que resulta crucial para la resolución del caso, y en ello trabaja durante toda la investigación.

Si hablamos de peculiaridades de la novela, realmente hay otra más. Ya sabemos que cuando Hastings acompaña a Poirot, se convierte en narrador del caso cual Watson con su Sherlock, pero en este caso se cuelan de vez en cuando capítulos contados en tercera persona en los que se nos avisa de que son capítulos "aparte del relato de Hastings", y que él explica en un prólogo que se ha visto en la necesidad de introducir para dar a conocer al lector ciertos hechos en los que él no estuvo presente. Y esto hila con lo que os comenté el otro día en la reseña de Yasuhaka-Mura, porque Yokomizo no solo escribió para su novela una serie de asesinatos en serie sino que su narrador se ve obligador a introducir en la narracion hechos que conoció a posteriori (solo que él los implementa en su propia narración en lugar de separlos, como hace Hastings en El misterio de la guía de ferrocarriles). ¿Casualidad? Lo dudo mucho... pongo la mano en el fuego a que Yokomizo había leído The A.B.C. Murders antes de escribir su novela (por muy diametralmente opuestas que luego sean en el tipo de historia que ofrecen).

¿Más cosas? Pues como pequeños detalles os puedo decir que me hizo mucha gracia ver a estos dos personajes preocupados por los evidentes efectos del paso del tiempo, y ya tenemos a nuestro Poirot tiñéndose el pelo más negro que el tizón. Sigue retirado y dedicado a cultivar calabacines (algo que descubrimos en El asesinato de Roger Ackroyd) pero está deseando que le lleguen casos de esos fantásticos e imposibles que le hagan interrumpir su retiro. Él solo usa las células grises si se le pone por delante un caso de esos que él llama "la flor y nata de los crímenes" y así pasa los días, a la espera de un crimen perfecto. Sabe que cuando Hastings aparece en la puerta de su casa hay muchas posibilidades de que comience la aventura, así que se atusa el bigotón de la impaciencia... y con razón, aunque la dinámica entre estos dos no cambia, y Hastings (hombre de acción, o eso cree él) se pasa (como siempre) toda la trama quejándose de que Poirot no hace nada aparte de pensar (todavía no parece darse cuenta de que a pesar de esas quejas, él es quien resuelve los casos, no los que piensan poco y se mueven mucho).

El misterio de la guía de ferrocarriles es de esos libros que quien lleve leyendo a Agatha Christie desde hace mucho tiempo ha tenido en sus manos en algún momento u otro, y además es de esos de los que yo creo que recuerdas la identidad del asesino. Para mí eso es un plus, porque lees intentando descubrir las pistas de la autora e intentando también pillarla en agujeros negros argumentales. Lo recomiendo si se quiere leer algo diferente de su obra, y la verdad es que lo he vuelto a disfrutar un montón, no creo que haga falta decirlo. Sobre la investigación en sí, ya sabéis que intento decir siempre lo mínimo, así que no os voy a desvelar nada salvo que... bueno, no, va, que no os digo nada :)
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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