Mantendré las luces encendidas para ti

No puedes vivir esperando una etapa en la que todo sea perfecto, porque entonces vivirás de una ilusión que no llegará nunca.

Hay un cierto placer en saber que puedes sentarte con alguien y compartir silencio y tristeza sin necesidad de rellenar el ambiente de palabras que, se supone, deberían animarnos.

Da igual hacia dónde nos lleve la vida, siempre que podamos agarrarnos de las manos y emprender el camino juntos.

No encuentras tu sitio en el mundo y es porque necesitas darte cuenta de que el lugar es lo de menos. Lo de más es la persona que te acompaña.

las cosas que más duelen a menudo son las que más merecen la pena.

las cicatrices son buenas, porque son marcas que se quedan en el cuerpo para recordarnos las cosas que nos dolieron mucho, pero superamos de todas formas.

Las personas tendemos a juzgar a los demás sin pararnos a pensar en nuestra propia mierda y en todo lo que nosotros hacemos mal. Y todos, absolutamente todos, hacemos algo reprochable muchas veces en la vida.

Y quiero, aunque no lo confesaré nunca, que en todo eso haya una mano de mujer sujeta a la mía, enredando sus dedos en los míos por el día y sus piernas entre las mías por la noche. Que me diga que no estoy loco cada vez que saque unos billetes de avión para volver a viajar y que disfrute del mismo modo de una suite en un hotel en Dubái que de una cabaña en un pueblo perdido entre el mar y el bosque en España. Que me mire a los ojos y piense que da igual dónde amanezcamos mañana, si tenemos el privilegio de hacerlo juntos.

Las personas tienden a dejar pasar la vida sin plantearse que los días que se agotan no vuelven jamás. Aprendí que el presente es un gran tesoro cuando se sabe valorar y que cualquier cambio en la vida, por malo que parezca, se produce por una razón; cualquier palo que nos llegue es algo que debemos usar para superarnos y salir vencedores.

Si tú me silbas, te oiré incluso desde la otra punta del mundo.