Aquellas tropas de moros y renegados fueron casa por casa rompiendo las puertas a culetazos y matando delante de sus mujeres y sus hijos a cuantos hombres encontraron, jóvenes, viejos, amigos, enemigos, buenos y malos. No quedó uno solo. En Sabrían no quedó un solo hombre con vida Tras los moros y los legionarios venían los hijos de los señoritos y como no había hombres que matar mataron mujeres. Aquellos no eran seres humanos, eran fieras |