La poesía sale de las páginas de los libros, se escapa de los márgenes del verso, abandona la rima, se hace objeto, instante visto, declamación que levanta el sopor del alma. Los poetas de hoy son juglares que van por plazas, escenarios y mercados soltando su mercancía como quien entrega flores, elixir de la vida o papel en blanco.
Así es nuestro Gonzalo Escarpa, poeta iluminado que investiga y siempre encuentra, un juglar cibernético con sabor a calle y performance, instigador de la poesía libre, algo tan inútil para algunos como nutritivo para otros, que no deja de ser tan subjetivo y caprichoso como la propia. Tómalo o déjalo, ríete o deja que se te erice el pelo, pero si abres los oídos y escuchas, puede hacerte feliz o más consciente.
Ya lo dijo Gabriel Celaya: La poesía es un arma cargada de futuro. Y ya estamos en ese futuro de poesía visual y objetual, de perfopoesía y poemas electrónicos. Así que queridos maestros, Garcilaso y Quevedo, Cernuda y Vallejo, Whitman, Rimbaud y Lautrèmont Va por vosotros. Una de Gonzalo Escarpa químicamente puro. Porque cualquier cosa puede ser poesía, incluso más que un poema.
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