Virginia Woolf dijo sobre Margaret Cavendish en ‘Una habitación propia': «¿qué hubiera podido constreñir, amaestrar, o civilizar para uso humano aquella inteligencia indómita, generosa, sin guía? Brotó desordenadamente, en torrentes de rima y prosa, de poesía y filosofía, hoy congelados en cuartillas y folios que nadie lee. le hubieran tenido que poner un microscopio en la mano. le hubieran tenido que enseñar a mirar las estrellas y razonar científicamente. La soledad y la libertad le hicieron perder la razón. Nadie la controló.» No puedo estar más de acuerdo con lo que dice Woolf (aunque me chirría bastante eso del control) porque Cavendish desborda sed de conocimiento y de ganas de compartir con el mundo su saber. Esta mujer de alta alcurnia tenía un gran potencial que de haber podido explotar a saber qué frutos hubiese dado. Margaret fue una de las mujeres más publicadas del siglo XVII y escribió de forma errática (según mi parecer) tanto obras de teatro como ensayos, críticas, biografías y poesía, así como algunas de las primeras obras de proto ciencia ficción. Ansiaba entablar debate con sus contemporáneos, pero no tuvo éxito ya que nunca nadie respondió o mencionó sus escritos y eso que ella no se cortaba ni un pelo a la hora de hablar sobre el trabajo de otros. En una sola ocasión Margaret consiguió asistir a una reunión de la Royal Society (sociedad fundada en 1660 para reunir a las principales mentes científicas de la época, se celebraba semanalmente y se realizaban experimentos in situ). Fue en 1667 y los únicos comentarios que generó su asistencia fueron hacia su indumentaria y comportamiento. Pepys dijo: «La Duquesa ha sido una mujer buena y gentil; pero su vestimenta es tan anticuada y su porte tan poco ordinario, que no me agrada en absoluto ni la oí decir nada que valiera la pena oír.» Los escritos de Cavendish fueron ninguneados y olvidados por sus coetáneos y no ha sido hasta hace poco que la reputación de Cavendish ha sido rehabilitada por historiadoras feministas y estudiosas de la historia de las mujeres, quienes sostienen que sus puntos de vista tienen un valor real y deben tomarse en serio. ‘Cartas sociables' se publicó en 1664. En esta obra la autora se sirve de una correspondencia ficticia con una amiga para dejar constancia de su opinión sobre diversos temas de interés. Habla sobre filosofía, política, sociedad, ciencia, matrimonio, diferencias entre hombres y mujeres y un largo etcétera. En lugar de una correspondencia es más bien como una columna de opinión de un periódico o una revista. Supongo que eligió el formato epistolar para tratar de llegar a más público así que no esperéis una novela epistolar al uso. Cavendish era una mujer ambiciosa y quería ser leída así que probó con diferentes formatos para hacer oír su voz, aunque no lo consiguiera. Hay algunas cartas con más interés que otras, pero en todas hay alguna información destacable sobre la época. Recomiendo leerlas poco a poco para que no resulte demasiada información de golpe, a veces aturulla. Podría seguir hablando sobre esta mujer porque me ha parecido una figura de lo más interesante de la que no recordaba haber oído hablar jamás. Sin duda leeré su ‘The Blazing World', un romance utópico que es uno de los primeros ejemplos de ciencia ficción que existen, y seguiré indagando sobre su obra. Ya solo con el apartado biográfico de esta edición de Cátedra he disfrutado de lo lindo así que recomiendo este libro si queréis conocer un punto de vista femenino del siglo XVII ya que no es algo muy habitual. + Leer más |