Me detengo frente a la puerta del bar. Una extraña luz celeste se cuela por las ventanas del local y le dan un aire más decadente del que probablemente tiene en realidad. Levanto la mano pero la detengo antes de coger el tirador de metal. Todavía estoy a tiempo de irme. Debería irme. Solo terminaré haciéndome más daño. Da igual, al menos así sentiré algo. |