El miedo no mata: son sus consecuencias las que hacen que desees estar muerto.
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El miedo no mata: son sus consecuencias las que hacen que desees estar muerto.
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“ ¿Por qué os creéis tan especiales? Las etiquetas no definen a nadie, solo encierran prejuicios y generan un estándar idealizado que produce ansiedad si no se alcanza. Estamos tan obsesionados con pertenecer a algo que no nos importa vender lo que sí nos hace únicos y distintos con tal de sentirnos comprendidos”.
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Cuando estás acostumbrado a vivir rodeado de oscuridad, hasta la llama de una cerilla puede cambiarlo todo.
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—¿En qué piensas? —le preguntó en un murmullo. «En ti, Max. En cómo me has cambiado la vida. Antes me bastaba con sostener un lápiz entre los dedos para sentirme completo, ahora mis manos están desnudas hasta que rozan tus mejillas». |
Me olvidaría a mí mismo con tal de dejarte más espacio en mi cabeza. Jamás pensé que la felicidad tuviera nombre propio.
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—¿Estás mirando las estrellas? —¿Las del cielo o las de mi cuarto? —preguntó Max, dando un rodeo—. ¿Las que brillan o las que no? —Las de tu cuarto. Porque también brillan. Hay cosas que brillan y nunca dejan de brillar, aunque no podamos verlo porque llevan su luz por dentro. |
Solo intento decirte que al comienzo todo parece un sueño. Ensalzamos las virtudes del otro, y sus defectos son solo pequeñas molestias que no suponen gran cosa. Todo parece tan perfecto que duele. Pero... eso termina desapareciendo. Y entonces la realidad duele más. La persona ideal es un imposible. Pero bueno, así funciona todo esto. Idealizamos a las personas a las que deseamos querer porque si no, no nos enamoraríamos de ellas.
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Yo tampoco lo sé. Pero... creo que no quiero saberlo. No quiero ponerle una etiqueta a mis sentimientos. Una palabra no puede definir lo que estamos viviendo. No sería suficiente, no nos haría justicia. De la misma manera que el amor no puede explicarse con palabras, nosotros no tenemos por qué caminar con unas expectativas que nos encierren.
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Aunque ahora no lo creas, hay algo que está por encima del amor. Por encima de cualquier otra emoción. Y ese algo somos nosotros mismos. Las cosas que nos hacen ser de una manera y no de otra. De todas esas cosas, los sueños lo son todo. Es lo que nos impulsa, lo que nos hace avanzar en una dirección y no en otra. Daríamos lo que fuera para alcanzarlos porque nos sentimos incompletos sin ellos. Todo el mundo tiene un sueño. Todo el mundo asume riesgos y pierde cosas al perseguirlo. Es normal. Shakespeare dijo: «Estamos hechos de la misma materia que los sueños y nuestra pequeña vida termina durmiendo».
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Todos venimos al mundo rotos. Por eso lloramos cuando nacemos, porque sentimos que nos falta algo. Si el mundo es justo y nosotros afortunados, vamos encontrando pedazos de lo que perdimos por ahí. En canciones, personas, nombres. Pasiones, comida, viajes. Nos recobramos, como un puzle antiguo y complicado, pero hay un problema. A veces sentimos que seguimos rotos, aunque en realidad estemos completos. Y nadie te enseña a convivir con esa sensación. Por eso vuelves a romperte.
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Gregorio Samsa es un ...