Ayer, nosotros, hoy

A veces siento que soy como un barco que se perdió en el mar.

Al final, poco importa lo que pensamos o sentimos. Es lo que decidimos lo que marca cómo somos

Derramar su esencia, alejarla de su cuerpo y permitir que su alma volara libre, si es que acaso existía tal cosa.

Y es que, como sucede con las personas, los secretos pueden terminar destruyéndonos si la única luz que les ofrecemos es la de nuestro interior.

Hay cosas que brillan y que nunca dejan de brillar, aunque no podamos verlo porque llevan su luz por dentro.

Estamos tan obsesionados con pertenecer a algo que no nos importa vender lo que sí nos hace únicos y distintos con tal de sentirnos comprendidos.