Emmanuel Carrère describe este libro como el reverso positivo de “El adversario”, ya que aunque ambos hablan de la muerte y el sufrimiento, lo hacen de dos modos opuestos. Mientras en esa otra obra se adentraba en el lado oscuro de un psicópata, en sus traiciones y mentiras y la sinrazón de su maldad, en “De vidas ajenas” adopta un punto de vista más luminoso. Carrère nos habla aquí de no perder la esperanza incluso en los peores escenarios. Nos habla de la superación de una muerte infantil. Nos habla de la dignidad de una enferma terminal, y del amor y apoyo de sus seres queridos. Aunque describe escenas muy dolorosas, no se recrea en la tragedia, escribiendo desde la distancia que le otorga ser testigo de esas desgracias, pero no su víctima directa, y salpicando el relato de reflexiones humanas y repletas de honestidad.
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