Puede que cuando Cipolla escribió esto para echarse unas risas con sus amigos no se esperase el futuro éxito de este pequeño ¿ensayo? ¿compendio de verdades universales? ¿llamémosle X?, pero es tan cierto como breve y necesario. Amén de provocarnos una carcajada cada vez que leemos el enunciado de cada una de las leyes. Tal vez no nos sirva para evitar convenientemente a los estúpidos que nos rodean, pero nos servirá para identificarlos convenientemente, para sentir que la estupidez no entiende de clases y que, puede, en ocasiones nosotros pertenezcamos a este grupo de individuos no organizado, pero terriblemente peligroso. Léelo si no lo has hecho. Reléelo si ya te has encontrado con Cipolla anteriormente. |