Ya no estaba nadando en un pequeño charco con tan sólo un par de personas a las que pedir ayuda, sino que ahora me encontraba en un océano de posibilidades en el que toda la gente que me rodeaba estaba dispuesta a echar una mano y a arrojarme un chaleco inflable cuando las aguas de la vida estuvieran demasiado agitadas para seguir nadando.
|