El mundo de las parejas perdidas

Muy tranquilamente comienza esta novela infantil-juvenil de fantasía. Una familia va a mudarse y los niños visitan la casa. Sin embargo, pronto descubrimos que la mamá de Sara y Álex se ha ido y que este hecho es abordado de diferentes maneras por los hermanos. Ante esta nueva realidad, su padre decide darles un respiro y los lleva a pasar el verano con sus tías.
Estas son muy particulares, una mujeres fuertes e independientes que tienen una debilidad especial, los gatos. Once ni más ni menos. Así es como acompañamos a nuestro protagonista, Álex, en la búsqueda del camino cuando parece que algo se ha perdido.
El ritmo y la magia
Lo más bonito de la novela es que vemos la historia a través de los ojos de Álex. Con ocho años de edad, el personaje nos irá descubriendo el mundo desde un punto de vista inocente y sencillo, donde las cosas parecen absolutos y donde si algo funciona, ha de hacerlo siempre. Sin embargo, con él descubrimos con él que el mundo de los adultos tiene muchos matices y que a veces las cosas que decimos no terminan de significar lo que queremos decir.
En este sentido, es un trabajo estupendo el que hace la autora en cuanto al estilo, ya que a través de la manera de verbalizar que tiene el mundo Álex entendemos su confusión pero también sus logros. El descubrimiento mágico que le sobrevendrá no solo consistirá en las capacidades de los gatos de sus tías, sino también en crecer al comprender ese mundo de matices. Es cierto que dolerá, pero también es verdad que esto provocará un acercamiento a las personas que tiene cerca.
La aventura
Y, aunque la novela es cortita, cabe decir que la aventura mágica es muy entretenida. Primero, porque el planteamiento de esa especie de secreto sin confesar es muy divertido, ya que Álex no la comprende y, segundo, porque la historia se desarrolla perfectamente y nos adentra en sus parámetros sin fisuras.
Sobre esto, cabe decir que el protagonismo de los gatos es breve (comparado con el siguiente libro), pero muy efectivo y que lleva a un sentido de la maravilla que te invita a seguir leyendo.
Curarse aprendiendo
Divertida, bonita y, sobre todo, en cierta medida, curativa. La novela nos pone encima de la mesa cómo lidiar con la ausencia y eso está muy bien, porque no solo los pequeños tienen que lidiar con ella, sino que los adultos tenemos que recordar cómo se hace.
Desde luego, la novela no es una terapia, pero es una manera sencilla y bonita de recordarnos que es normal que nos duela, pero que seguimos adelante porque la vida nos ofrece más cosas a descubrir.
La verdad es que es una novela muy interesante, ideal para leer con los peques o para recordarnos a nosotros mismos que tenemos que dejar que el mundo, la vida y lo que nos rodea nos sorprenda. Espero que os animéis con ella y que veáis a los gatos con una nueva perspectiva.

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