Notas para Grace

Daba las gracias por todo lo que la vida me había traído sin esperarlo. Todo lo que había estado demasiado ciega para ver. Esa fue una lección que aprendí con el tiempo: que a veces, para encontrar las cosas buenas, hay que salirse del camino.

A lo mejor eso es el amor: algo que se desvanece con el tiempo hasta quedarse parado.

Nos dimos espacio porque no queríamos usar al otro de muleta. Si íbamos a estar juntos, primero teníamos que ser capaces de estar solos.

—No he estado sola de verdad. Sería bueno para los dos darnos unos meses para explorar en profundidad lo que sentimos y lo que pensamos. Después, cuando estemos juntos, seremos dos individuos completos, no dos almas rotas que se necesitan para no desmoronarse.
—Exacto. Aprenderemos a caminar solos y, después, lo haremos juntos.

Al parecer, el autodescubrimiento duraba toda la vida. Nunca dejábamos de crecer ni de descubrir cosas nuevas.

—Si no eres suya, ¿de quién eres?
—Mía —dije sin aliento y el corazón se me aceleró—. Antes que de nadie, siempre seré mía.
—Joder. No sabes lo bien que sienta escuchar eso.

—Se me ha parado el corazón.
—A lo mejor es algo bueno. A veces el corazón necesita parar para seguir latiendo.

Su oscuridad se convirtió en mi luz.

Descubrir que no has hecho más que malgastar energía en despreciar a alguien que ni siquiera existe es toda una lección de humildad.

A veces, lo mejor para un corazón triste es un libro que te saque una carcajada.