Agnes Grey

Agnes Grey es la hija menor de un párroco de un pequeño pueblo de Inglaterra y de una dama de la alta sociedad que renunció a todos sus bienes para casarse con él.
Cuando la economía de la familia empieza sufrir estragos y entra en crisis, Agnes decide buscar su independencia y ayudar en casa buscando un empleo como institutriz.
Pronto empieza a encontrar oportunidades y tras varias experiencias negativas, termina en casa de los Murray, que, aunque tampoco se lo ponen fácil, poco a poco irá encontrando su camino...

Estamos ante una novela sencilla, con una historia sin pretensiones, muy costumbrista, que se desarrolla a fuego lento y que es un gran reflejo de cómo era la vida de una institutriz en el siglo XIX.
La he disfrutado muchísimo porque, sin ser una una gran historia, ni tener giros impresionantes, aprendes bastante de la sociedad de la época y de la profesión de institutriz en particular. Descubres, entre otras cosas, cómo las institutrices eran consideradas personas inferiores y tratadas, en la mayoría casos, con desprecio e indiferencia a pesar de estar a cargo de la educación de los más pequeños de la familia.

Fue la primera novela que escribió Anne Brontë y se sabe que contiene tintes autobiográficos.
Lo que más me gusta de la autora es su manera de narrar la historia. La cuenta en primera persona a modo de diario y haciendo continuas alusiones al lector, lo que hace que sientas a la autora muy cercana y la historia muy íntima.
Lo que menos me ha gustado (y ya me pasó con la inquilina de Wildfell Hall) son sus constantes dilemas religiosos. La autora era una persona muy religiosa y lo deja patente en sus novelas.
Aún así, es una historia que merece la pena y que yo personalmente he disfrutado.
Para mí leer este libro ha sido una delicia y lo recomiendo si te interesa el papel de institutriz y la hipocresía de la época.
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