El hombre ilustrado

Tal vez el libro más reconocido de ese Escritor sin necesidad de adjetivos, con mayúsculas, después de Crónicas marcianas. Yo había comenzado hace muchos, muchos años (Rocket man...), pero no lo había leído entero; tal vez demasiado empachado de Sci-fi.
La gran mayoría de los libros de ciencia ficción me aterrorizan o al menos me desasosiegan en extremo: ese vértigo espacial, ese estallido en el que se quiebran los límites, el retrato de la posibilidad de lo más grandemente horroroso que nos espera en algún recoveco de la Historia.

Bradbury, ese furibundo defensor de las bibliotecas (ese Héroe), fue uno de los autores que felizmente superaron la ingenuidad de las space opera (tipo Dan Dare o Flash Gordon, para entendernos) y crearon una nueva literatura. Cualquiera puede imaginar a Hamlet, o Don Quijote, o La señora Dalloway pilotando una nave espacial, o aterrizando en Marte, y gracias sobre todo a este magnífico escritor.

¿Nos encontramos aventuras, misterio, romance en estas páginas? Desde luego ninguna facilona adscripción a un género, ningún camino trillado surcaremos aquí. Sí podemos, con placer, leer muy elaboradas y sorprendentes fábulas morales, que nos muestran cómo los arteros atajos nos embaucan y llevan a metas inesperadas e indeseadas, cómo los trucos para manipular a los demás nos explotan en las manos, cómo los inventos para allanar nuestro camino al goce nos llevan a ese giro acre, atroz, a la tribulación. Uno acaba este libro estremecido, sacudido, y al mismo tiempo regocijado de haber probado una vez más la fecunda imaginación de este genio, de este pionero.