Cuentos de soldados

El sol ya se empezaba a ocultar y brillaba de color rojo en el oeste; sus rayos horizontales proyectaban desde los troncos de los enormes pinos una pared de sombras que atravesaba la neblina dorada hacia el este, hasta que la luz y las sombras se entremezclaban en un azul indefinido.

Cada ejército tiene una personalidad propia. Más allá de los pensamientos y emociones individuales de las partes que lo componen, un ejército piensa y siente como un único organismo. Y con esta visión amplia e inclusiva de las cosas, hay una sabiduría más profunda que la mera suma de todo lo que se sabe.

Estos restos resultaban del todo repugnantes, y para nada heroicos; nadie quería verse contagiado por su patriótico ejemplo. Muertos con honor en el campo de batalla, sí; ¡pero el campo de batalla estaba tan empapado! La cosa cambiaba.

Un soldado nunca es del todo consciente de que sus enemigos son hombres como él mismo; no puede librarse de la sensación de que son otra clase de seres, condicionados por otros factores, en un entorno distinto al de la tierra.