....Poca gente es capaz de prestarte su mirada.
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....Poca gente es capaz de prestarte su mirada.
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....Hay que disfrazarse en cuanto uno vea llegar la ocasión, transitar de un yo a un otro yo, hasta hallar el yo preciso para la ocasión, para hacer de la ocasión todo lo que la ocasión pueda llegar a ser....
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....Llega un punto en la vida en el que solo con los desconocidos se puede hablar, sin temor a asustarles ni a decepcionarles, de nuestros deseos ocultos, de aquello en lo que hemos dejado de creer, de aquello que ya no queremos ser y de aquello en lo que empezamos a convertirnos.
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....Se puede tener más de una vida, pero no se puede estar en más de una a la vez, y sólo se sabe que se tiene una vida cuando de repente te asomas a otra vida que pudo ser tuya.
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Allí te traigo constantemente para otro atardecer perfecto, en un paisaje que te ha de parecer parte de mí, con el que quiero mezclarte, contra el que te quiero ver y del que te quiero escuchar hablarme, que me digas qué te pareció, que me lo devuelvas con la ilusión de lo nuevo, que me prestes tu mirada para ver lo que creo que ya conozco.
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«No te lamentes», dijo él, «estamos fatigados porque otros amores nos esperan, odiemos y amemos a través del tiempo impertérrito, ante nosotros descansa la eternidad, nuestras almas son amor y una despedida continua».
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Nada de lo que ocurre es extraordinario, y sin embargo es un día perfecto.
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Vete diciéndome dónde vas a estar y veré si puedo ir a verte.
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Me río de mi mismo cuando pienso lo que he llegado a pagar para que un chef me ofrezca una experiencia todo que lleva años perfeccionando al milímetro, desde la iluminación hasta la vajilla, y luego llegas casualmente a esta roulotte donde la experiencia ha sido rigurosamente descuidada hasta el último detalle, desde la ausencia de iluminación a la ausencia de vajilla, y es precisamente aquí donde uno da ese mordisco en que se produce el olvido de todo lo demás, y obtiene al fin esa experiencia que tanto me ha esquivado en todos esos restaurantes de Madrid, de Cataluña, del País Vasco a los que supuestamente uno no puede dejar de ir antes de morir.
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Y es ahora, al ver esta carta, que cuento los días que pasé contigo, siete en total, y se me aparecen como días que podría dibujar, días perfectos, días no solo memorables, sino memorizados, que podrían engendrar fácilmente un Morning Paper como el de Faulkner.
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