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Crítica de Novela_romantica_erotica


Novela_romantica_erotica
11 May 2021
Valeria está cansada. Cansada de que su marido no quiera acostarse con ella. Cansada de que su segunda novela no avance. Cansada de mirarse cada día al espejo y verse, pero no ser capaz de reconocer a esa chica que le devuelve la mirada. Cansada de todo. Por si esto fuera poco, Adrián – su marido – pasa más tiempo en el estudio de fotografía que en casa y, cuando aparece, es como si realmente no estuviera. Ahora bien, nuestra protagonista tiene un pequeño as en la manga. Sus amigas. Sus tres maravillosas amigas. La descocada Lola, la recatada Nerea y la impulsiva Carmen. Tres mujeres maravillosas que harán que los días de Valeria sean mucho más… divertidos.


Tenía mis dudas. Veréis, el primer libro que leí de la autora no fue precisamente de sus primeras publicaciones. Comprenderéis, entonces, que tuviera algo de miedo. Miedo de que me decepcionara. Miedo de que no fuera lo suficiente. Qué tonta he sido, ¿verdad? Elísabet Benavent es, a mi juicio, una señora de lo más divertida escribiendo. Sí, divertida. Con esto no quiero decir que sus libros sean de humor, sino que cuentan con una base de lo más pintoresca. Prueba de ello es el maravilloso elenco de personajes que nos presenta.


Si bien Valeria está abocada al desastre, Lola no está para tirar cohetes. A fin de cuentas, ¿qué hay de bueno en estar enamorada de un tío que tiene novia y que, para colmo, la trata como a poco más que un polvo fácil? Pero esperad, que hay más. Nerea la fría, Nerea la recatada… la chica que envía correros electrónicos excesivamente impersonales para decir que no acudirá a una fiesta, que no podrá ir a tomar una copa… la chica que se enamora de un hombre, digamos, especial. ¡Un último apunte! Carmen. Ay, Carmen. Lo que me he llegado a reír con las cosas que le pasan a esta chica, y es que nuestra pequeña publicista está enamorada de un compañero de trabajo, trabajo que dirige un jefe de trato imposible, un hombre cuyo único objetivo es amargarle la existencia.


¿Aún no os he convencido? Bueno, entonces seguiré esforzándome. Veréis, En los zapatos de Valeria es una novela divertida, uno de estos libros que arrancan alguna que otra sonrisilla, muchas carcajadas y más de un resoplido. Porque sí, amigas y amigos, Valeria tiene la paciencia de una santa. Paciencia que empieza a desmoronarse el día en que se entera que Álex, la personita que ayuda a su marido en el trabajo no es Alejandro, sino Alejandra. Una chica guapa, divertida y… joven.


Debo decir que me han maravillado muchas cosas del libro, pero, ante todo, he disfrutado de ir descubriendo las cosas poquito a poco. El hecho de que Elísabet Benavent nos vaya dando la información sin prisas, me ha parecido enternecedor. Digo esto porque, siendo objetiva, estaba cantado que Valeria conocería a alguien, ¿sí? Pues bien, debo deciros que si esperáis que eso pase en las primeras veinte páginas, este no es vuestro libro.


Vamos a ponernos en antecedentes. Valeria les cuenta a sus amigas que Álex es una chica muy guapa. Una chica que parece entender a su marido mejor que ella. Así que Lola, que está harta de ver cómo su mejor amiga se mina a sí misma la moral, decide sacarla de fiesta con unos amigos. Lo que nuestra protagonista no sabe – y todas nosotras, todos nosotros, intuimos – es que ese día será el punto de inflexión, el momento en que nuestra escritora por fin se dé cuenta de que su vida no está estancada.



Y ahora, bienvenidas y bienvenidos a la Zona Spoiler



Me ha gustado. Me ha gustado mucho. Ver cómo Valeria, poco a poco, se da cuenta de que su relación con Adrián está muerta. Ojo, ella le quiere mucho. Mucho más de lo que él la quiere a ella, si queréis mi opinión, porque el hombre rechaza a su mujer una y otra vez. Ya que hablamos del tema, debo decir que incluso yo me ponía nerviosa. Ver a Valeria sentirse inferior, humillándose una y otra vez… me pareció horrible. No digo que Adrián le hable mal – aunque sí hay un par de comentarios que me pusieron especialmente enferma –, sino que la trata con condescendencia, alegando una y otra vez que “está cansado”. ¿Tanto pedir era un poco de tiempo para su mujer? ¡Por Dios, ni que le estuviera pidiendo la luna!


Supongo que es un buen momento de hablar de Víctor. No esperaba gran cosa de él, la verdad. Él, tan encantador, tan simpático… tan de todo; y, pese a todo, es un amor. Un amor que la acaba cagando, por supuesto. Imaginaos que el hombre es consecuente y sale todo un poco mejor. En fin. Dejando ese tema de lado, os diré que me encantaron esos pequeños tira y afloja que manejan a lo largo de toda la novela. La forma en que ambos se acercan, sabiéndose entendidos por el contrario; pero se alejan por miedo a convertir sus tonteos en algo serio, algo de lo que tener que arrepentirse.


Mención especial a Lola y Carmen. Empezando por la segunda, os diré que me encanta su arrojo. La mala leche que se gasta me ha arrancando montones de carcajadas. La forma cómo tortura a Daniel, su jefe, usando la información que le da Nerea de él; el modo cómo intenta superar que Borja parezca no quererla, para luego darse cuenta de que ambos están gestionando de forma errónea la situación. Sobre Lola… qué deciros. Tenía miedo de que la liara, de que aceptara las disculpas de Sergio. Casi lloro de alegría cuando le dio una patada. ¡¡Bien merecida se la tenía, el muy desgraciado!! Ojo, me imagino que en las siguientes novelas volverá y… la liará. Así de sencillo. Pero, hasta entonces, estaré agradecida de que Lola haya hecho lo correcto.


Entrando en temas más serios, os diré que Adrián y Valeria no acaban bien. Algo evidente, porque la situación no se sostenía ni con pinzas. ¿Cómo es posible que sigan juntos, si ni siquiera quieren estar en la misma habitación? Pero eso no es lo peor, por supuesto. Valeria dejó su trabajo para dedicarse a tiempo completo a escribir. Hasta aquí bien, ¿sí? Adivinad entonces qué tiene que decir su señor marido de esto. Mejor os lo digo yo. La tacha de vaga, de persona “eternamente de vacaciones” y, básicamente, de futura mantenida. Una joya, ¿eh? ¡Eso es apoyo, sí señor! Qué vergüenza.


Hay un mensaje que me ha parecido realmente bonito, incluso inspirador. El modo en que Valeria recupera las ganas de escribir, la forma cómo no puede dejar de teclear, contando lo que de verdad quiere contar. Escribir por el placer de hacerlo, porque la historia le quema, porque necesita expresarla. Hablar así de la pasión por la escritura es… precioso. Precioso, porque hace que nos enamoremos un poco más de la literatura. Chapó.


El final es… difícil. Digo difícil porque, sinceramente, no me esperaba la reacción de Víctor. No digo que haya sido injusto, pero sí algo decepcionante. Me explico. Víctor decía “querer estar con ella” y “dejarle espacio si lo necesitaba”. Palabras bonitas. Palabras fáciles. Palabras que caen por su propio peso a la hora de la verdad. No diré nada más.

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