El barbero de Sevilla: o La precaución inútil

A las mujeres les gusta mucho que las llamen crueles

¿Pueden vivir amor y prudencia en un mismo corazón? La pobre juventud de hoy día es tan desdichada que sólo tiene esta terrible elección: amor sin prudencia, o prudencia sin amor

¡Qué pronto acorta las distancias la utilidad! ¡Que vengan a hablarme a mí de la gente apasionada!

¿Quiere volver astuta a la más ingenua? Enciérrela.

En verdad señor, que, como los hombres apenas tienen más elección que entre la estupidez y la locura, donde no veo provecho busco al menos placer; ¡y viva la alegría! ¡Quién sabe si el mundo durará todavía tres semanas!

Dejé Madrid y, con mi equipaje en bandolera, recorrí filosóficamente las dos Castillas, la Mancha, Extremadura, Sierra Morena y Andalucía; bien acogido en una villa, encarcelado en otra, y sienore por encima de las circunstancias; alabado por éstos, criticado por aquéllos; soportando el mal tiempo con la ayuda del bueno, burlándome de los necios, enfrentándome a los malvados, riéndome de mi propia miseria y haciéndole la barba a todo el mundo