No, mamá, no

Y así ocurrió por primera vez en varias semanas. Me gustaría pode decir que hicimos el amor, pero no quedaba ningún amor por hacer.

Hablábamos como habla a veces la gente la mañana después de regresar de unas vacaciones en que han pasado dos semanas encerrados juntos, se han vaciado mutuamente todo lo que cada uno tenía en la cabeza y, temiendo haber revelado demasiado, se refugian en la relativa seguridad de las trivialidades.

Lo que más me sorprendió cuando me enseñaron a mi segundo hijo y lo cogí en brazos fue la total ausencia de sentimientos. Ni amor. Ni cólera. Nada