La soga de cristal

Por fin está aquí la tercera entrega de una tetralogía que va a transcurrir durante las diferentes estaciones del año. No sabéis las ganas que tenía de volver al idílico universo de Santa Rita, ese remanso de paz en el que me siento como en casa, rodeada de amigos a los que ya conozco y considero mi familia, pero que a su vez esconde turbios secretos que, libro a libro, irán saliendo a la luz. ¿Es necesario haber leído "Muerte en Santa Rita" y "Amores que matan" ? Necesario no, pero sí recomendable para conocer a los personajes que fueron clave en las otras novelas y aquí pasan a un segundo plano.

Ya es otoño en Santa Rita y su heterogénea comunidad de gente de todas las edades se encuentra preparando, en la Noche de Difuntos, una fiesta para celebrar la mayoría de edad de la nieta de Ascen. Pero la joven no aparece, se ha escapado de casa para irse a vivir a una especia de secta. Paralelamente, la inspectora Lola Galindo, la última inquilina en llegar a Santa Rita, se encargará de investigar la desaparición del gurú de un grupo conocido como los Mensajeros de Ishtar.

En esta nueva novela todo gira en torno a dos misterios, uno de ellos surge a raíz del descubrimiento de un rincón oculto del complejo, un antiguo invernadero del siglo XIX (el que se materializa en la portada) y eso dará pie a una regresión hasta 1916, para desentrañar un sórdido suceso ocurrido en el antiguo balneario y relacionado con el pasado familiar de Sofía O'Rourke, la nonagenaria matriarca de Santa Rita. Este hilo temporal es el que más he disfrutado, dejándome llevar por la obsesión de Greta de indagar en el legado familiar para desenterrar los secretos de sus antepasados. Sin embargo, no me han terminado de convencer esas pinceladas fantásticas relacionadas con ciertos momentos premonitorios relacionados con la trama del presente.

El pasado y los vínculos que se generan entre sus personajes, sin duda el punto fuerte de estas novelas, son los elementos que dan color a las páginas de este noir mediterráneo. La autora los hace cercanos al vestirlos de realidad, con sus debilidades e imperfecciones. La ambientación pintoresca de Santa Rita, que comenzó siendo un balneario de talasoterapia y acabó reconvertido en hospital psiquiátrico femenino, contribuye al atractivo de la historia, creando una atmósfera evocadora e inmersiva que transporta al lector a este lugar idílico y, al mismo tiempo, inquietante, que se viste con los colores del otoño.

Como viene siendo habitual en esta tetralogía, además de los guiños a clásicos del suspense, cuenta con un alto contenido de crítica social que aborda temas como la manipulación, la ambición, el poder y la religión, siendo las mujeres, de todas las edades, sus verdaderas protagonistas.

Sintetizando: La soga de cristal ha sido una lectura que ha cumplido mis expectativas y estoy deseando leer la última entrega para saber cómo Elia Barceló lo cierra todo. Solo me queda recomendarte que permitas que el veneno de Santa Rita se meta por tus venas y que ya no puedas imaginar la vida fuera de esa comunidad, que convive armoniosamente sobre los cimientos del compañerismo y la solidaridad, ni los secretos familiares que, poco a poco, irás descubriendo.
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