Cada cosa tenía un nombre, pero a pesar de que los nombres no eran nada sin aquello que definían, a las cosas no les importaba su nombre, no lo necesitaban, se limitaban a ser ellas mismas.
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Cada cosa tenía un nombre, pero a pesar de que los nombres no eran nada sin aquello que definían, a las cosas no les importaba su nombre, no lo necesitaban, se limitaban a ser ellas mismas.
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El platillo llamado Duelos y Quebrantos (torta de huevos, jamón y chorizo) aparece en: