Canela y sal

Después de leer las dos primeras partes de la historia de Jimena, Las niñas salvajes y las Aguas sagradas me he quedado muy impactada con la lectura de Canela y sal.
Sabía que May hacia charlas en los institutos y siempre te preguntas a que se dedicaría, pero conociéndola como escribe y lo poco que hemos hablado en los directos, es una chica con tablas y seguro que lo que hiciera lo haría bien.
Me ha encantado el libro, pero sobre todo lo camaleónica que puede llegar a ser la autora.
Canela y Sal no debería de ser solo una lectura obligada a ciertas edades en los institutos y que, por favor, sin ánimo de ofender, que nos pongan la Regenta cuando toque.
La sociedad ha cambiado, los valores han cambiado, la incorporación de la mujer al trabajo ha hecho que los abuelos muchas veces se hagan cargo de la educación de nuestros hijos (de la cual no estoy a favor) pero esto daría para un debate que no quiero ni pensarlo. Y la importancia de los abuelos es muy grande en la sociedad.
Y más en esta sociedad en la que ellos han pasado hambre y a nuestros hijos les sobran los móviles entre el del papá y el de la mamá. No les falta de nada, actividades extraescolares para conciliar la vida familiar, comedores escolares, consolas varias, juegos últimos modelos, plataformas varias para ver la televisión, ipad y tables para estudiar cada vez más jóvenes, en fin, que os voy a decir,
Pero con la emigración a las grandes capitales buscando trabajo ¿Dónde han quedado muchos de esos abuelos? Los míos al menos a 480 kilómetros y apenas los disfruté más que algún verano que otro. Y a los que más a mis abuelos que me contaban como les fue en la guerra civil. Época que he admirado y respetado gracias a ellos.
May nos enseña como una nieta y una abuela casi desconocidas, tienen que pasar unas semanas juntas sin apenas conocerse. Lo que para Lola va a parecer un suplicio, al final va a convertirse en una bonita historia de amor entre nieta y abuela, porque ese vínculo se estrecha y Lola aprende de Amalia infinitud de cosas que no ha aprendido de su madre. Porque todos los miembros de la familia juegan un importante momento en nuestras vidas y nos ayudan a desarrollarnos como personas. Así era antiguamente y así debería seguir siendo.
Las abuelas no son madres, son abuelas. Y ese amor es diferente y se transmite de diferente forma para la educación de los niños y para que el sistema no se desequilibre.
El amor de una abuela es infinito y así lo he vivido yo con mi sobrino, que sin su figura paterna (que he adoptado yo en casa) a mi padre (su abuelo) es a quien más quiere en casa. Porque no ha sido su padre, ha sido su abuelo.
Ha sido un libro muy tierno, donde empiezan los primeros sentimientos de Lola, y donde Lola sale como del cascarón para ver que hay muchas más cosas detrás de un móvil y del chat de sus amigas.
Bonita forma de decirnos lo que es el amor entre una hija y una abuela.
Que no se pierda nunca esta magia.

No tengo por costumbre leer este tipo de novelas. No porque no me gusten, si no porque es un género con el que no suelo encajar demasiado, pero como la editorial me hizo llegar un ejemplar, decidí internarme en su contenido y me sorprendió.

Estamos ante una novela de recuerdos, donde la familia es una de las cosas más importantes. Deja unos valores la mar de hermosos y el corazón palpitando de amor justo cuando lo acabas. Eso sí, me hizo lagrimear un poco porque me acordé mucho de mi abuela Margarita. Un beso desde aquí, yaya.

Escuchar a una abuela es uno de los momentos más valiosos que podemos experimentar en la vida. Personas que vivieron en tiempos totalmente distintos a los que vivimos nosotros, sabias y llenas de conocimientos que nosotros nunca podríamos tener. Es un tesoro escuchar testimonios y recuerdos. Si tenéis abuelas, hacedlo, por favor.

Me ha encantado poder conocer la historia de Lola y de su abuela Amalia, a la que ni conocía, pero después de pasar unas semanas con ellas, descubrió lo que realmente importaba en la vida. Y entre las dos, nos cuentan la historia de muchas mujeres de la época que sufrían las consecuencias por haber nacido siendo ellas mismas y como las trataba la vida.

Una lectura muy enriquecedora y que guarda contenido de valor en su interior. Merece mucho la pena dejarse arrastrar por las aguas saladas andaluces. Los que conocemos bien estas tierras hemos podido disfrutar también de la suerte que tenemos de vivir aquí y de conocer a sus gentes.

Gracias por todo lo que me ha provocado este libro 🤍

En la misma semana que Lola prepara su primera cita con Dani sus padres le comunican que tienen que viajar hasta Berlín por motivos de trabajo. La joven quinceañera empieza a planear todo lo que puede hacer con su casa a su entera disposición. Sin embargo, los planes de sus padres son muy diferentes. Durante las dos semanas que durará su estancia en Berlín, Lola se quedará con su abuela paterna. Entonces es cuando surgen los inconvenientes. En primer lugar, su abuela vive en la isla de Canela de Ayamonte y Lola tendrá que seguir las clases por internet. Y, en segundo lugar, apenas conoce a su abuela porque casi nunca se visitaban ni se llamaban. Por si esto fuera poco, Lola no podrá quedar con Dani, quien pronto organiza una nueva cita con otra chica.
En esta historia narrada a dos voces entre Amalia y Lola se combinan los hechos del presente con los recuerdos de su abuela de cuando era joven y tuvo que superar penurias como la guerra, el hambre y la muerte de seres queridos.
Lola es la primera sorprendida de descubrir que está muy interesada en sus raíces y que ella y su abuela tienen mucho en común. La vida en Canela no tiene nada que ver con lo que Lola ha conocido hasta ahora. Los vecinos se ayudan en todo y el porche es el lugar donde socializar. La narración se sucede de modo natural y destaca la naturalidad con la que abuela y nieta empatizan y se crean vínculos más allá de la sangre. La historia de su abuela es la historia de vida de las mujeres de una época que tuvieron que luchar duro para salir adelante porque además de las dificultades económicas su condición de mujer las limitaba.
Al final del libro, la autora Mar R. Ayamonte confiesa que se ha basado en la vida de su abuela y de su tía para escribir esta novela. El lector disfrutará a partes iguales de la evolución de la protagonista Lola y del intercambio generacional que nos permite vislumbrar una época pasada y también acercarnos a las peculiaridades que caracterizan a los pueblos pequeños.
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