—Va a sonar muy ridículo —admito—. Pero es que no me puedo creer que tenga un esqueleto dentro.
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—Va a sonar muy ridículo —admito—. Pero es que no me puedo creer que tenga un esqueleto dentro.
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Me pregunto si ocupo a menudo espacios de gente muerta. Me pregunto quién ocupará los espacios que he ocupado yo, cuando me muera. |
Podría ser alérgica a las abejas; soy tan efímera que un bicho insignificante podría saltar de una Margarita a mi brazo, picarme y acabar conmigo. Oscuridad.Fin.
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No puedo tener mascota porque algún día se morirá, y no creo que sea capaz de superarlo.
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Soy una fuerza vital contenida en el cuerpo deformado de un bebé.
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Ya lo tengo. Los humanos somos como un cáncer. Si mirásemos la tierra desde la lejanía, pareceríamos glóbulos blancos, y contemplar nuestra evolución sería como contemplar la propagación de la enfermedad.
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Es un detalle dulce e inútil. Sería menos devastador caer al vacío sola, sin arrastrar a nadie. Cuando alguien tiene un gesto bonito conmigo, tomo una insoportable conciencia de lo raro y lo triste que es conocer a otra persona.
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Me parece tan raro ocupar espacio, que los demás me vean.
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El hecho de que sea capaz de andar por ahí sin que me aplaste el peso psicológico de estar viva demuestra que soy una estafadora.
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—Ese es el típico caso de síndrome de la impostora. Le dije que no estaba segura de que eso fuera un síndrome real. Y que a lo mejor todos éramos impostores. ¿Y si debajo de cada traje de abogado y cada delantal de ama de casa todo el mundo es un bebé que no sabe lo que está haciendo? Me pregunto si de verdad alguien se identifica con el adulto en el que se ha convertido. |
¿En qué época se desarrolla la historia?