Los testamentos

Escrita más de 30 años después de “El cuento de la criada” con la intención de dar respuesta a las cuestiones que los lectores le planteaban: ¿que fue de Defreds? ¿y el futuro de Gilead, ese mundo distópico creado por la autora?

Esta novela está narrada a tres voces: por un lado, Tia Lidia, el personaje que ya es conocido de la primera novela, como la autoridad máxima entre las tías, una suerte de orden monástica que es la mayor autoridad entre las mujeres. Por otro lado, dos chicas adolescentes: una en Gilead, otra en territorio libre, en Canadá.

Además la novela tiene una doble línea temporal. Una pasada, en la que Tia Lidia nos cuenta los primeros días de la dictadura y cómo llegó a convertirse en lo que es. Otra en el presente, en el que estas tres mujeres interactúan.

El personaje de Tia Lidia me ha parecido apasionante: una superviviente, una mujer fuerte, contradictoria, inteligente y a veces, maquiavélica. Las adolescentes sirven de vehículo narrativo a la acción (que también la hay) y nos ayudan a entender mejor qué ha pasado con la guerra, cómo el resto del planeta convive con la nueva realidad de Gilead.

La pluma de la autora me gusta muchísimo. Es de fácil lectura, pero con un lenguaje lleno de adjetivos, de ironía. El personaje de Tia Lidia, además, se dirige directamente al lector, interpelándolo.

Cuando leí “El cuento de la criada” no me quedé con la sensación de necesitar más. Entendí el mensaje. Los personajes no eran lo importante, sino el mundo que se describía, la posibilidad de que se hiciera realidad. Sin embargo, esta segunda parte me ha parecido un complemento muy adecuado. Un acierto total por parte de la autora.