La Ultima sonrisa Sunder City: Los Archivos de Fetch Phillips-1

A la larga, toda tragedia se convierte en el entretenimiento de otra persona.

Un policía era un policía. Y eran como las frutas: las hay buenas y no tan buenas, pero una vez que las aplastas para hacer mermelada, son todas iguales.

A veces los monstruos tienen pinta de monstruos.

Me desperté, estaba sonando el teléfono. Dos veces en una semana. Me estaba volviendo popular.

No existe la verdadera paz, solo los breves momentos en los que pasamos la mirada de un adversario al siguiente.

Me miré en el espejo. Fue un error. Un pintor impresionista había intentado hacerme un retrato mientras viajaba en un carruaje fuera de control.

Volvió la vista y me echó una mirada tan caliente que casi abrasó a una mariposa que volaba entre nosotros

Me metí el cambio en el bolsillo y traté de ponerme de pie con dignidad. Por desgracia, me la había olvidado sobre la mesilla de noche

Me gustan los libros. Son silenciosos, decorosos y absolutos. Un hombre puede vacilar, pero sus palabras, una vez escritas, se mantendrán firmes

Y qué café resultó ser.
Era tan fuerte y rico que tuve la sensación de que dormiría una semana entera. Nunca se me ocurriría ultrajarlo con leche o con azúcar. Cada sorbo me dejaba un sabor a caramelo al fondo de la lengua, y yo cerraba los ojos para saborearlo. Fue el café más increíble que yo jamás había probado. Me recliné un instante en el asiento y me pregunté si aquella pequeña taza de café podría ser lo mejor que me había sucedido en toda mi condenada vida. Era cálido, era amargo y era bueno.