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Crítica de LAKY


LAKY
15 May 2020
En una casa totalmente aislada de la civilización, en el norte de Canadá, diez personas han sido asesinadas. Hombres y mujeres, provenientes de diferentes zonas del mundo. ¿Qué pueden tener en común? ¿Por qué estaban allí? Y, sobre todo, ¿quién y por qué les ha asesinado? La inspectora de la policía Emeli Urquiza y su ayudante Francis Thurmond son los encargados de intentar averiguar qué ha pasado.

La novela comienza cuando los dos policías llegan al lugar de los hechos pero luego se retrotrae al pasado, al momento en el que las víctimas llegaron allí e incluso más atrás, para saber quiénes eran y qué les llevó a ese lugar. Las víctimas son de todo tipo y condición: un ruso poderoso y su ayudante, un matrimonio de Nueva York, un español, una mexicana superdotada muy aficionada a la cocina, una inglesa, un senegalés emigrado a Francia y un ex combatiente en diversas guerras del ejército norteamericano.

La historia se narra a través de dos líneas temporales: la del presente se corresponde con la investigación que llevan a cabo Emeli y Francis y la del pasado nos cuenta, por un lado, los momentos en los que las víctimas estuvieron en la casa; por otro y mediante flashbacks, la historia de los diferentes personajes. He de reconocer que me ha gustado más la parte del presente, la de la investigación, y los momentos en los que las víctimas se encontraban en la casa mientras que la parte del pasado de los personajes se me ha hecho, en ocasiones, un tanto pesada. Me gusta que los personajes estén bien dibujados pero tanta profundización para una historia que pretende ser un thriller, me ha parecido que enlentece demasiado la acción hasta el punto de que esos pasajes se me han hecho, en ocasiones, un tanto aburridos. Sobre todo porque son muchos los personajes cuyo pasado ha de contarse; de haber sido tres o cuatro, quizás hubiese estado bien pero siendo tantos, al final son mucha las partes dedicadas a dibujarles, a conocer sus historias particulares. Y eso ha hecho que mi atención se desviase de lo que, para mí, era la parte principal: los asesinatos.

La novela se estructura en ocho partes, subdividiéndose cada una en capítulos, con un total de sesenta. Es un narrador omnisciente quien nos cuenta los entresijos de la historia, algo fundamental para quien pretende contar la historia de tantos personajes. La novela avanza con un ritmo medio durante la investigación y con un ritmo lento en las partes del pasado, habiendo momentos de bastante intensidad dramática y otros que parece que no aportan demasiado a la historia principal.

El escenario está muy bien descrito. Esa casa tan rara –un cubo ultra moderno- en medio de un bosque, en el Ártico. No hay más construcciones en kilómetros a la redonda, no hay medios de transporte. La sensación de claustrofobia que da es tremenda. Sé que normalmente la gente siente claustrofobia en espacios cerrados pero a mí me la dan más espacios abiertos como éste: espacios llenos de vegetación pero aparentemente desiertos de vida (humana) me crean mucho desasosiego. Los escenarios son, sin duda, uno de los puntos fuertes de la novela.

Otro de los puntos fuertes son los personajes, muy bien definidos –demasiado incluso, como he comentado antes-. Empezando por Emeli, una policía de origen vasca de lo más peculiar; vamos, muy rarita. Como su compañero, por otro lado. Y las víctimas, tienen cada historia detrás que para qué. Todos ellos han acudido al lugar supuestamente invitados por sus hijos; hijos de los que hace semanas o meses que no saben nada. ¿Dónde están sus hijos, qué ha sido de ellos, para qué les han hecho ir allí? Todas esas preguntas se nos pasarán continuamente por la cabeza y se nos ocurrirán varias respuestas. ¿Acertaremos?

El estilo de Álvaro Arbina es cuidadísimo, muy elegante y depurado. Un estilo que no es difícil de leer pero que tiene pinta de ser costosísimo de escribir. Personalmente, me gustó más en “La mujer del relojero” que en esta novela pues creo que le va mejor allí; para una novela tipo thriller o negra me ha resultado un poco barroco, excesivo. Queda raro pero diría que está demasiado bien escrita para el tipo de novela que es jajaja. En todo caso, leer a Álvaro Arbina es siempre un placer, hable de lo que hable. Requiere su tiempo y su esfuerzo, sí, pero merece la pena.

Durante buena parte de la novela me tuvo en ascuas, no tenía ni idea de quién podía ser el culpable, cómo, por qué…, tenía mil dudas. Pero en un determinado momento me fijé en un dato –que, cuando terminas y lo sabes todo, es evidente- y entonces ya me imaginé por dónde iban a ir los tiros. Acerté.

Para acabar, hay que destacar el aspecto metaliterario de la novela. Ya de primeras nos va a recordar mucho a una conocidísima novela de misterio, ¿no? Diez víctimas, todas en una casa, alguien les ha invitado… ¿No os recuerda a “Diez negritos”? Además de las similitudes, la propia novela y la autora, Agatha Christie, es citada en varias ocasiones; el lector no es el único en plantearse que los crímenes guardan similitudes con los de la novela. Y no sólo ella, también “El señor de las moscas” es mencionado.

Conclusión final

Los solitarios” no es un thriller al uso. Diría más, no es un thriller. Sí es una novela de intriga, una novela de investigación pero en ella hay tanto de investigación policial como de introspección en los personajes. Una novela que requiere su tiempo por la manera en la que está contada y la prosa tan pulcra que utiliza el autor. Una novela que me ha gustado aunque he de reconocer que para este género me gustan historias con más ritmo.
Enlace: https://librosquehayqueleer-..
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