Mi primera incursión en la pluma de Isabel Allende no me anima en exceso a continuar, pero tampoco a abandonarla por completo. Bien, sin más. Una vida, claro. Ni fuegos artificiales ni necesidad, supongo. Es también un ejercicio de normalidad, pero de haberlo sabido me hubiera saltado esta lectura y hubiera comenzado por la Casa de los espíritus o Retrato en sepia. No está mal, ya digo, pero en un mes lo olvidaré. Bastante mérito por mi parte leer algo tan narrativo.
|