Una apuesta es una apuesta

No hay dos personajes más diferentes que los protagonistas de nuestra historia: Boston que sobrevive como puede y es feliz con su vida, capaz de reinventarse, crecer y encontrar la alegría de vivir en todo lo que la rodea. Darren, por el contrario, nada en la abundancia desde que nació pero hay un vacío en su corazón que se ha encargado de tapar bajo capas y capas, incapaz de dejar que se vea.
A pesar de eso, tienen sus parecidos entre tanto antagonismo: ambos vienen de familias un tanto peculiares a las que han tenido que sobrevivir a su manera y eso los ha marcado.
En medio de todo esto, Boston conoce por casualidad a Darren y dado que ella, feliz habitante de su propio mundo, no da señales de reconocer al importante hombre de negocios, el decide no revelarle quien es en realidad. Todo esto se complica más cuando se da un análogo al «sujétame el cubata» y Darren toma así la iniciativa para conocer y conquistar a Darren.
Poco imagina que Boston se hará hueco en ese corazón que él creía muerto y enterrado y, casi a la vez, una especie de telaraña se teje a su alrededor para hacer presa en ellos y ahogarlos.
Los capítulos se encuentran narrados desde diferentes puntos de vista así que tenemos tanto a Darren como a Boston contándonos sus cosas, así como a otros personajes que no los quieren nada bien.
Por un lado sabremos cómo se sienten y cómo actúan ellos y, por otro, veremos como hay otros que van por detrás intentando anticiparse a sus pasos para hacerles el mayor daño posible.
Es un libro que está lleno de sentimientos con unos personajes cuyo pasado está por descubrir ya que han tenido que sobreponerse a situaciones bastante duras y como resultado ahora en el presente no terminan de confiar el uno en el otro. Una historia que se lee bastante rápido y deja momentos para todos los gustos. A destacar la evolución y el cambio de los protagonistas enfrentando sus miedos.