Todo lo que necesitamos del infierno

Un abogado, casado, con un hijo... quizás pudiésemos pensar que tiene todo lo necesita, o quizás lo que la sociedad demanda, pero cada individuo es un microcosmos y las cosas no acaban de funcionar para la familia de Duffy Deeter.

Su matrimonio se va a pique, los dos buscan/viven mundos diferentes. Con su hijo no hay conexión, él un amante del deporte, competitivo, su hijo... un amante de la comida. La familia implosiona y aquí empieza lo bueno, Harry Crews en esencia.

No se puede decir que Duffy Deeter no coja al toro por los cuernos, fruto de las circunstancias, el alcohol, las drogas, va encadenando una serie de acciones que parece que conducirán al desastre absoluto.

Como siempre la maquetación de Dirty es una gozada, transporta al noir, a esos personajes huidizos que tanto disfruto. 

Harry Crews es un autor de los que no da lugar a ambages, no deja títere con cabeza porque lleva a sus personajes al límite. Lo bueno es que hace justo lo que sabe, lo que conoce, una literatura que arroya.

Divertido, gamberro y macarra. Una novela corta tremendamente divertida. Su “happy ending” me ha dejado con la sensación de haber leído en menos de doscientas páginas una suerte de revisión canalla del clásico de Dickens “Cuento de Navidad”. Y es que a Duffy, el protagonista, un abogado competitivo, infiel y superficial se le acerca un “fantasma” para mostrarle lo que importa realmente en la vida y la forma de recuperarlo. Optimista y desternillante.