Érase una mujer que de tristeza se comió un árbol. Primero arrancó con las uñas los pedacitos de corteza. Y sangró. Los dedos se abrían como charcas salvajes. La mujer comía corteza y sorbía sangre y brindaba su cuerpo a los mundos antiguos que habitaban aquel árbol. Masticaba raíces, lamía la savia, desmenuzaba la carne suave de las flores rosas. Con ellas preparó una pasta de pétalos. La untó en su piel. Los poros absorbieron. La mujer árbol hundió su corazón en l... >Voir plus