No se puede ganar ninguna guerra sin que mueran hombres jóvenes mueran. Las cosas que son realmente valiosas sólo se conservan mediante sacrificios.
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No se puede ganar ninguna guerra sin que mueran hombres jóvenes mueran. Las cosas que son realmente valiosas sólo se conservan mediante sacrificios.
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La única esperanza que tienes es aceptar el hecho de que ya estás muerto. Cuanto antes aceptes eso, antes podrás funcionar como un soldado que se supone que debe funcionar: sin piedad, sin compasión, sin remordimiento. La guerra es eso.
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En el seno de la Compañía Easy muchos se hicieron los mejores amigos. Estaban preparados para morir el uno para el otro, más importante, estaban preparados para matar el uno al otro.
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Esos hombres pensaban que el Ejército era aburrido, insensible y burocrático, y lo odiaban. Para ellos, el combate era crueldad, destrucción y muerte, y lo odiaban. Cualquier cosa era mejor que la sangre y la carnicería, la suciedad y el hedor, las exigencias imposibles impuestas al cuerpo… cualquier cosa, excepto defraudar a los compañeros.
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«El recuerdo de aquellos hombres famélicos, aturdidos —escribió Winters—, que bajaban los ojos y la cabeza cuando les mirábamos a través de la valla metálica, del mismo modo en que se arrastra un perro apaleado, deja sensaciones que no pueden describirse y que jamás podrán olvidarse. El impacto que me produjo ver a toda aquella gente detrás de aquella valla hizo que me dijera a mí mismo: "¡Ahora sé por qué estoy aquí!"»
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«Estoy viviendo un tiempo prestado. No creo que sobreviva al próximo salto. Si no regreso a casa, tratad de no sufrir demasiado. Me gustaría que tomaseis la muerte con la misma indiferencia que nosotros aquí. En el fragor de la batalla esperas sufrir bajas, esperas que alguien muera y no te sorprende cuando uno de tus amigos recibe una ráfaga de ametralladora en pleno rostro. Tienes que seguir adelante. No es como en la vida civil, donde la muerte súbita es tan inesperada»
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Todas las cosas que consideramos preciosas solo pueden salvarse si somos capaces de sacrificarnos por ellas
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¿Quién escribió la saga?