Otra curiosa obra de esta editorial que me animé a leer tras “La alegre vida del triste perro Cornelius”, esperando dar con otras raras avis que se salen del circuito habitual. Esta obra nos ambienta en un lugar inventado que se llama Fahrenbuhl pero que podría ser cualquiera de esas localidades que ofrecen residencias artísticas para tratar de poner un lugar en el mapa y fomentar la visita de gente de fuera de sus visitantes habituales. En esta situación se encuentran los dos ratones protagonistas de esta obra, que se ven recluidos durante un crudo invierno en un lugar donde no hay nada y lo único que pueden hacer es crear. Los dos ratones protagonistas parecen haber querido aspirar a algo mejor pero finalmente se han tenido que conformar con esta residencia. Uno de ellos está intentando buscarse otras opciones como optar a un estudio en otra ciudad, pero el otro ratón no quiere quedarse solo y por eso decide destrozar el buzón de correos y desconectar el router, de este modo su compañero se verá obligado a pasar el rato con él. Así uno pasa el día pintando a familiares y el otro haciendo un cómic sin sentido. Entre obra y obra surgen conversaciones de lo más variopintas entre ellos, como la idea de cobrar por el uso de las palabras. Se trata de una obra curiosa, dibujada íntegramente con bolígrafo BIC, lo cual le da un aspecto casero y cutre, como si fueran las típicas notas que tomas por pasar el rato o un esbozo que sirva de referente para un trabajo posterior, aunque en este caso el producto final sea este mismo. Quiero pensar que hay cierto trasfondo en esta simplicidad, un querer hablar sobre las etapas de vacío creativo en las que hay que producir sí o sí porque es lo que tienes que hacer de cara a esa beca o residencia que está cubriendo tus gastos, pero la verdad es que el cómic me dejó un poco a cuadros, sin saber bien qué pensar. Quizás eso mismo sea lo que buscase su autora al hacerlo, quién sabe. + Leer más |