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Tres enanos y pico de Ángel Sanchidrián
A pesar de la voluntad que le ponían los Veteranos, su carga a la carrera degeneró, en los últimos metros, en algo parecido a una procesión de tullidos. A excepción de Riñas, Robusta, Follón y Grosa, los demás llegaron sin resuello, renqueando y tosiendo. [...] -Joder -refunfuñó Toses-. Ya no somos unos chavales. -A mí se me ha vuelto a salir un menisco -añadió Burda frotándose la rodilla. [...] Pero los Veteranos se recompusieron enseguida. Estiraron sus escacharrados cuerpos y comenzaron con su tarea de lanzar tajos y mamporros a sus rivales: en pocos minutos, los enanos habían conseguido aquello que tan bien se les daba hacer: convertir la batalla en una greca tan caótica y confusa que al enemigo le resultaba imposible maniobrar tácticamente. |