Tessa Cooper

Si os amáis, si la sonrisa del otro es todo lo que necesitáis para que la felicidad exista, si un beso suyo te eriza hasta el aura y su ausencia te convierte en un espejismo, es que has encontrado a tu compañera de vida.

—Alabaster Snowball es el elfo encargado de la lista de regalos, e informa a Santa de si nos hemos portado bien, pero Bushy está a cargo de todos los juguetes. Mejor no enfadarlos.

No pretendo ser un estorbo para nadie, solo me gustaría desaparecer. En realidad, si conociese la fórmula para escapar de lo que soy, de cómo soy, para cambiar de cuerpo y de mente, hace años que la hubiese aplicado. No quiero agobiar a nadie con mis mierdas, ni mucho menos que la forma en que vosotros me miráis me recuerde justo aquello de lo que huyo.

Ya lo decía Alexander Pope: «Errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios».
No seáis borricos.

(...) no percibió un bum, sino un estallido, un Big Bang en toda regla. El resorte que puso en marcha un latido, y luego otro, tan enérgicos que no los pudo obviar. Su corazón, cansado de que renegara de él, se rebeló.

El pasado no podemos modificarlo; ya nos gustaría, papá, pero no podemos. Mejor nos quedamos con este momento para construir, de aquí en adelante, recuerdos que merezca la pena atesorar.

Yo soy más de unicornios que vomitan arcoíris y cagan purpurina

—Bien. Pero en esta casa no se cena pavo, ni se bebe ponche o se come tarta de manzana. Ni mucho menos vamos a cubrir la fachada de luces, como si esto, en lugar de una casa de bien, fuese un puticlub. Aquí somos de sopa de galets y de pelota y butifarra. De turrones, mantecados y hojaldres. Y de barquillos, esos que no falten. ¿Estamos? —Martín y Ryan asintieron con determinación—. Vamos a ver qué diablos nos has comprado, muchacho.

No eres lo que hiciste, ni lo que viviste, tampoco lo que serás en un futuro. Eres un ser magnífico, completo y maravilloso por el mero hecho de existir

—Todos tenemos corazón, Lucas.
—No, yo no.
—Sí, tú también. Cuando llegaste aquí, yo hubiese jurado que no, pero ahora… ahora lo escucho latir.