El jardín de vidrio de Tatiana Tibuleac
¿En qué lengua debo buscaros? ¿En qué lengua perdonaros? ¿Por qué no os dijo nadie que era mejor que siguierais muertos? Muertos me habríais querido más. Muertos os habría querido más.
|
El jardín de vidrio de Tatiana Tibuleac
¿En qué lengua debo buscaros? ¿En qué lengua perdonaros? ¿Por qué no os dijo nadie que era mejor que siguierais muertos? Muertos me habríais querido más. Muertos os habría querido más.
|
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
No me detuve ni cuando tenía claro que era tarde y que a partir de ese momento ningún tiempo del mundo me bastaría para enderezar nada.
|
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Resulta curioso que pueda construirse una vida nueva a partir de los desechos de otras personas.
|
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Si la muerte tuviera en cuenta la opinión de los demás, moriría mucha más gente adecuada.
|
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Los ojos de mi madre lloraban hacia dentro
|
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Los ojos de mi madre eran brotes a la espera
|
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Comprendí que se acercaba el final. Mi madre había comenzado en ese momento el viaje hacia el lugar en el que se encuentra ahora. Hacia su estrella en la Osa Menor, hacia su campo de girasoles suspendido en el cielo o tal vez hacia otro universo, donde existe tan solo un Mar Entero de Esmeralda, que de vez en cuando se desmigaja y llega a otros mundos en forma de ojos verdes.
|
El jardín de vidrio de Tatiana Tibuleac
Me siento siempre como si me hubiera levantado de la silla para abrirle la puerta a alguien y, al volver, mi sitio estuviera ocupado.
|
El jardín de vidrio de Tatiana Tibuleac
¿Vosotros sabéis lo que significa esconderte de alguien para poder sufrir?
|
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Aquella mañana en que la odiaba más que nunca, mi madre cumplió treinta y nueve años. Era bajita y gorda, tonta y fea. Era la madre más inútil que haya existido jamás.
|
El jardín de vidrio de Tatiana Tibuleac
Una niña asustada y sola que, al igual que los pájaros, había empezado a construir su nido con porquería y restos. me llamaban todos y no había cuchillo en este mundo que pudiera despegarme ese nombre.
|
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
La imposibilidad de morir cuando tenía la necesidad de hacerlo fue la injusticia más grande que se ha cometido conmigo, y conmigo se han cometido muchas injusticias.
|
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
En mi fuero interno estaba seguro de que, de una manera u otra, el final estaba cerca, porque tanta felicidad solo se les concede a los niños o a los moribundos.
|
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Si la muerte tuviera en cuenta la opinión de los demás, moriría mucha más gente adecuada.
|
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Mi madre tenía unos ojos verdes tan bonitos que parecía un despropósito malgastarlos en un rostro fermentado como el suyo.
|
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Callamos ambos casi gritando, y nuestro silencio era más pesado que cualquier ruido. Sabía que lo que sucediera más adelante ese día y ese verano sería para siempre.
|
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
O tal vez nosotros fuéramos anormales. Tal vez en las familias normales sea distinto: se cuentan todo lo que guardan en el alma y se escuchan precisamente porque les importa.
|
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Sus rodillas brillantes y obedientes, junto a las cuales me había caído tantas veces y que había besado tantas mañanas que a veces temía que se fueran a romper en mi boca como una cáscara de huevo caliente y entonces ella se escurriría cruda, hasta la última gota, a través de las heridas abiertas por mis labios.
|
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
[...] sentí por primera vez en la vida una especie de desaliento general, una enorme falta de sentido y un vacío que empezó a crecer, a hincharse y a adquirir formas tan aterradoras que supe que jamás sería capaz de llenarlo con algo o con alguien.
|
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Éramos unos despojos humanos -pólipos y quistes, y encima extirpados-, pero teníamos las pretensiones de unos riñones y un corazón.
|
El invierno en...