El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
[...] sentí por primera vez en la vida una especie de desaliento general, una enorme falta de sentido y un vacío que empezó a crecer, a hincharse y a adquirir formas tan aterradoras que supe que jamás sería capaz de llenarlo con algo o con alguien.
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