|
|
En las orillas del Sar de Rosalía de Castro
No subas tan alto, pensamiento loco, que el que más alto sube más hondo cae, ni puede el alma gozar del cielo mientras que vive envuelta en la carne. Por eso las grandes dichas de la tierra tienen siempre por término grandes catástrofes. |
Rosalía de Castro
Cual si en suelo extranjero me hallase, tímida y hosca, contemplo desde lejos los bosques y alturas y los floridos senderos donde en cada rincón me aguardaba la esperanza sonriendo
|
Poesía de Rosalía de Castro
Yo no sé lo que busco eternamente en la tierra, en el aire y en el cielo; yo no sé lo que busco; pero es algo que perdí no sé cuándo y que no encuentro, aun cuando sueñe que invisible habita en todo cuanto toco y cuanto veo. Felicidad, no he de volver a hallarte en la tierra, en el aire, ni en el cielo, ¡aun cuando sé que existes y no eres vano sueño! |
Poesía de Rosalía de Castro
Cuando pienso que te huyes, negra sombra que me asombras, al pie de mis cabezales, tornas haciéndome mofa. Si imagino que te has ido, en el mismo sol te asomas, y eres la estrella que brilla, y eres el viento que sopla. Si cantan, tú eres quien cantas, si lloran, tú eres quien llora, y eres murmullo del río y eres la noche y la aurora. En todo estás y eres todo, para mí en mí misma moras, nunca me abandonarás, sombra que siempre me asombras. |
Poesía de Rosalía de Castro
¡Pobre alma sola!, no te entristezcas, deja que pasen, deja que lleguen la primavera y el triste otoño, ora el estío y ora las nieves; que no tan sólo para ti corren horas y meses; todo contigo, seres y mundos de prisa marchan, todo envejece; que hoy, mañana, antes y ahora, lo mismo siempre, hombres y frutos, plantas y flores, vienen y vanse, nacen y mueren. Cuando te apene lo que atrás dejas, recuerda siempre que es más dichoso quien de la vida mayor espacio corrido tiene. |
Poesía de Rosalía de Castro
¡Ay, cómo el llanto de mis ojos quema!... ¡Cuál mi mejilla abrasa!... ¡Cómo el rudo penar que me envenena mi corazón traspasa! Cómo siento el pesar del alma mía al empuje violento del dulce y triste recordar de un día que pasó como el viento. Cuán presentes están en mi memoria un nombre y un suspiro... Página extraña de mi larga historia, de un bien con que deliro. Yo escuchaba tina voz llena de encanto, melodía sin nombre, que iba risueña a recoger mi llanto... ¡Era la voz de un hombre! Sombra fugaz que se acercó liviana vertiendo sus amores, y que posó sobre mi sien temprana mil cariñosas flores. Acarició mi frente que se hundía entre acerbos pesares; y lleno de dulzura y de armonía díjome sus cantares. Y ¡ay!, eran dulces cual sonora lira, que vibrando se siente en lejana enramada, adonde expira su gemido doliente. Yo percibí su divinal ternura penetrar en el alma, disipando la tétrica amargura que robara mi calma. Y la ardiente pasión sustituyendo a una fría memoria, sentí con fuerza el corazón latiendo por una nueva gloria. Dicha sin fin, que se acercó temprana con extraños placeres, como el bello fulgor de una mañana que sueñan las mujeres. Rosa que nace al saludar el día, y a la tarde se muere, retrato de un placer y una agonía que al corazón se adhiere. Imagen fiel de esa esperanza vana que en nada se convierte; que dice el hombre en su ilusión mañana, y mañana es la muerte. Y así pasó: Mi frente adormecida volvióse luego roja; y trocóse el albor de mi alegría, flor que, seca, se arroja Calló la voz de melodía tanta y la dicha durmió; y al nuevo resplandor que se levanta lo pasado murió. Hoy sólo el llanto a mis dolores queda, sueños de amor de corazón, dormid: ¡Dicha sin fin que a mi existir se niegan gloria y placer y venturanza huid! + Leer más |
Poesía de Rosalía de Castro
Busca y anhela el sosiego... mas... ¿quién le sosegará? Con lo que sueña despierto, dormido vuelve a soñar. Que hoy como ayer, y mañana cual hoy, en su eterno afán, de hallar el bien que ambiciona –cuando sólo encuentra el mal–, siempre a soñar condenado, nunca puede sosegar. |
Poesía de Rosalía de Castro
Un manso río, una vereda estrecha, un campo solitario y un pinar, y el viejo puente rústico y sencillo completando tan grata soledad. ¿Qué es soledad? Para llenar el mundo basta a veces un solo pensamiento. Por eso hoy, hartos de belleza, encuentras el puente, el río y el pinar desiertos. No son nube ni flor los que enamoran; eres tú, corazón, triste o dichoso, ya del dolor y del placer el árbitro, quien seca el mar y hace habitable el polo. |
En las orillas del Sar de Rosalía de Castro
No importa que los sueños sean mentira, ya que al cabo es verdad que es venturoso el que soñando muere, infeliz el que vive sin soñar. |
Poesía de Rosalía de Castro
–Te amo... ¿Por qué me odias? –Te odio... ¿Por qué me amas? Secreto es éste el más triste y misterioso del alma. Mas ello es verdad... ¡Verdad dura y atormentadora! -Me odias porque te amo; te amo porque me odias. |
La hija del mar de Rosalía de Castro
Entonces un leve quejido, ahogado por el rumor de la tempestad, hendió el espacio; suspiro lastimero que penetró en el corazón de los que le escucharon, sucediéndose a este suspiro un grito desgarrador, profundo, intenso, que hizo helar la sangre en las venas.
|
En las orillas del Sar de Rosalía de Castro
Mundos hay donde encuentran asilo las almas que al peso del mundo sucumben. |
En las orillas del Sar de Rosalía de Castro
Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros, Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros, Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso, De mí murmuran y exclaman: —Ahí va la loca soñando Con la eterna primavera de la vida y de los campos, Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos, Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado. —Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha, Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula, Con la eterna primavera de la vida que se apaga Y la perenne frescura de los campos y las almas, Aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan. Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños, Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos |
Follas novas de Rosalía de Castro
Ya ni rencor ni desprecio, ya ni temor de mudanza, tan solo una sed… de un no sé qué que me mata. Ríos de la vida, ¿do vais? ¡Aire!, que el aire me falta. -¿Qué ves en ese fondo oscuro?, ¿qué ves que tiemblas y callas? -¡No veo! Miro, como mira un ciego la luz del sol cara a cara. ¡Yo voy a caer en donde nunca el que cae se levanta! |
Ruinas de Rosalía de Castro
Nunca procures íntima amistad con los que sean menos que tú ni con los que sean más que tú, porque los primeros te envidiarán y los segundos te tendrán siempre en menos. He aquí las cosas amargas que enseña la experiencia
|
|
¿Cuál es el órgano que trasplantan a Cora?