Creep de Philipp Winkler
enía que elegir. O se mataba o encontraba una válvula de escape. Canalizaba su odio. Canalizaba también el rechazo que había encontrado ahí fuera en su antigua vida y había recogido y almacenado durante tantos años, y lo devolvía a su origen junto con todos sus gases de putrefacción, su sangre e intestinos.
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