La casa de las magnolias de Nuria Quintana
Como si lo hubiéramos invitado a ocupar la tercera silla sobrante de la mesa, se instala entre nosotros un inesperado silencio.
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La casa de las magnolias de Nuria Quintana
Como si lo hubiéramos invitado a ocupar la tercera silla sobrante de la mesa, se instala entre nosotros un inesperado silencio.
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La casa de las magnolias de Nuria Quintana
Abatida, al apagar las luces no puedo evitar sentir que también se apaga una parte de mi vida.
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La casa de las magnolias de Nuria Quintana
No puedo evitar sentir que la normalidad ahora se ha convertido en una compañera extraña para mí, que la vida ya nunca será la misma.
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La casa de las magnolias de Nuria Quintana
Supongo que una parte de mí, por muy irracional que parezca, daba por sentado que hoy la vida se detendría para acompañarme en el dolor y esperaría pacientemente a que estuviese lista para poder continuar. Una especie de tiempo muerto, una pausa para poder recapacitar, asumir y recomponerme.
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La casa de las magnolias de Nuria Quintana
La vida ha seguido como si fuese un día cualquiera, bajo un cielo extrañamente despejado y templado por un sol que parecía estar retándome.
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La casa de las magnolias de Nuria Quintana
Brilla, pero sin apagar a los demás. Y si alguien te apaga, déjalo ir.
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La casa de las magnolias de Nuria Quintana
Compartir con alguien la carga que uno lleva dentro la alivia enormemente.
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