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Trilogía de Mozambique de Mia Couto
Parecen dibujos, pero dentro de las letras están las voces. Cada página es una caja infinita de voces.
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Calificación promedio: 5 (sobre 12 calificaciones)
/05/06/2023. Diálogo Zeferino Coelho: 50 años en pro de la literatura en lengua portuguesa', entre el editor Zeferino Coelho y Mercedes Monmany, crítica literaria y ensayista. Zeferino Coelho es una figura central de la cultura portuguesa por su actividad de más de 50 años en pro de la literatura en lengua portuguesa. de su larga trayectoria destaca haber sido el editor de José Saramago, Premio Nobel de Literatura, así como de ocho ganadores del Premio Camões: los caboverdianos Arménio Vieira y Germano de Almeida; José Craveirinha, Mia Couto y Paulina Chiziane, de Mozambique; Luandino Vieira, de Angola; y de Portugal, José Saramago y Sophia de Mello Breyner Andresen. Por su parte, Mercedes Monmany es crítica literaria y ensayista especializada en literatura contemporánea, y europea en particular, y ha sido también editora y asesora de publicaciones. Forma parte actualmente de diversos consejos de redacción de revistas culturales como Revista de Libros, Sibila y Revista de Occidente. Bienvenida: - Enrique Ojeda, director general de Casa de América. - João Mira-Gomes, embajador de Portugal en España. Participantes: - Zeferino Coelho, editor portugués. - Mercedes Monmany, crítica literaria y ensayista especializada en literatura contemporánea. Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España (CC BY-NC-ND 3.0 ES)
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Trilogía de Mozambique de Mia Couto
Parecen dibujos, pero dentro de las letras están las voces. Cada página es una caja infinita de voces.
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El mapeador de ausencias de Mia Couto
Fíjese, señor obispo, en el deslumbramiento de los soldados cuando llegan a África. El esplendor de este continente les ciega. ¿En qué otro lugar los soldados se enamoran de la tierra a la que los han enviado a morir?”
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La confesión de la leona de Mia Couto
“Hasta que los leones inventen sus propias historias, los cazadores serán siempre los héroes de los relatos de caza”. Proverbio africano “Todos sabemos, por ejemplo, que el cielo aún no está acabado. Son las mujeres las que, desde hace milenios, van tejiendo ese velo infinito. Cuando sus vientres se redondean, se añade un pedazo de cielo. Por el contrario, cuando pierden un hijo, esa porción del firmamento vuelve a menguar”. “Todo nuestro presente estaba hecho de pasado”. —“Todas nosotras, las mujeres, hace mucho que estamos enterradas. Tu padre me enterró; a tu abuela, a tu bisabuela, a todas las sepultaron vivas”. —“Ha visto leones en los safaris fotográficos, pero no sabe lo que es un león. En realidad, el león solo se muestra en el territorio en el que es dueño y señor. Venga conmigo a pie por la sabana y sabrá lo que es un león”. “Pienso en el dolor y en el miedo de esas personas. Pienso en el desamparo de esta aldea, tan lejos del mundo y de Dios. Kulumani era más huérfana que yo”. 𠇎n un mundo de hombres y de cazadores, la palabra fue mi primera arma”. “No hay guerra que se relate. Donde hay sangre, no hay palabras. El escritor está pidiendo a los muertos que le enseñen sus cicatrices. En ese instante se me ocurre que lo que me complace de la caza es eso: regresar desde más allá de la vida, exento de ser persona”. “Yo, Mariamar Mpepe, estaba doblemente condenada: a tener un único lugar y a ser una única vida. Una mujer estéril en Kulumani es menos que una cosa. Es una simple inexistencia”. “Hija y nieta de asimilados, yo no tenía cabida en un mundo guiado por mandamientos arcaicos”. “¿Estaba hablando de paz? ¿De qué paz? —Quizás para ellos, para los hombres 𠅍ijo—. Porque nosotras, las mujeres, seguimos despertándonos todas las mañanas para una guerra antigua e interminable”. “Mi madre hizo takatuka conmigo. Transfirió su dolor a ese árbol que, después, no soportó el peso y murió. El takatuka consiste en eso: en trasladar el mal de alguien a una cosa. Eso es lo que pasó conmigo: Hanifa Assulua cambió las heridas de mi alma por la vida del tamarindo. Eso fue lo que mi padre me reveló en su despedida”. “Siempre me había preguntado si en Kulumani existían los niños. ¿Se puede llamar niño a una criatura que labra la tierra, corta leña, carga agua y, al final del día, ya no tiene alma con que jugar?”. “Yo no quería que me llevasen al mar. Solo deseaba regresar al regazo de mi madre y que me acunase, y volver a ser pequeña. Ese era el único mar que quería. Entonces entendí el motivo por el que el padre Amoroso hablaba tanto del diluvio final. Era a lo que yo aspiraba: a que una inundación se llevara este mundo por delante. Este mundo que obligaba a una mujer como Hanifa a tener hijos, pero que no la dejaba ser madre; que la obligaba a tener marido pero no le permitía conocer el amor”. “tú, Mariamar, puedes ser madre. Yo mismo inventé que eras una mujer seca, infértil. Me inventé esa falsedad para que ningún hombre de Kulumani se interesara por ti. Así te quedarías soltera, disponible para salir y echar nuevas raíces lejos de aquí, libre para tener hijos con alguien que te tratase como a una mujer. Ese hombre lo encontraste. Ese hombre ha vuelto. Yo mismo lo llamé para que volviera a Kulumani. ¿Que cómo lo llamé? Pues como se llama a un cazador. Fabriqué leones y la fama de los leones se extendió por toda la nación”. 𠇏ui yo quien ahogó a las gemelas. Todo el mundo cree que fue un accidente de barco, pero fui yo quien saboteó la embarcación y la lanzó bogando a las olas del mar. Es mejor que aquellas niñas no crecieran nunca, porque solo se hubieran sentido vivas en el dolor, en la sangre, en el llanto. Hasta que un día, de rodillas, pedirían perdón a sus propios verdugos. Como he hecho yo con Genito Mpepe todos estos años. Fui yo quien condujo a Silência hasta la boca de la muerte aquella madrugada fatal. Era mi hermana, mi amiga. Más que eso, era mi otra persona. Por su parte, sin embargo, los celos eran un obstáculo profundo. Silência siempre quiso ser yo, vivir lo que yo vivía, amar a quien yo amaba. Mi hermana siempre se apropió de mis sueños. Así sucedió con el cazador Baleiro. Enseguida me arrepentí de haberle relatado mis encuentros con el visitante. Porque ella me acusó de invertir la situación, como si aquella historia le perteneciese. En el fondo, lo que la torturaba eran los celos”. “Todo final es un principio”. + Leer más |
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Trilogía de Mozambique de Mia Couto
𝑆𝑖𝑛 𝑒𝑚𝑏𝑎𝑟𝑔𝑜, 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎 𝑡𝑖𝑒𝑟𝑟𝑎 𝑠𝑒 𝑙𝑎 𝑑𝑖𝑠𝑝𝑢𝑡𝑎𝑏𝑎𝑛 𝑑𝑜𝑠 𝑠𝑢𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑜𝑠 𝑝𝑟𝑜𝑝𝑖𝑒𝑡𝑎𝑟𝑖𝑜𝑠: 𝑙𝑜𝑠 𝑣𝑎𝑛𝑔𝑢𝑛𝑖 𝑦 𝑙𝑜𝑠 𝑝𝑜𝑟𝑡𝑢𝑔𝑢𝑒𝑠𝑒𝑠. 𝑃𝑜𝑟 𝑒𝑠𝑜 𝑠𝑒 𝑜𝑑𝑖𝑎𝑏𝑎𝑛 𝑡𝑎𝑛𝑡𝑜 𝑦 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑏𝑎𝑛 𝑒𝑛 𝑔𝑢𝑒𝑟𝑟𝑎; 𝑝𝑜𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑒𝑐𝑒𝑟𝑠𝑒 𝑡𝑎𝑛𝑡𝑜 𝑒𝑛 𝑠𝑢𝑠 𝑖𝑛𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠.
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Trilogía de Mozambique de Mia Couto
Atribuir un nombre es un acto de poder. La primera y más definitiva ocupación de un territorio ajeno.
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Cada Hombre Es Una Raza de Mia Couto
Al ser interrogado sobre su raza, respondió: — Mi raza soy yo, Juan Pajarero. Al pedírsele que explicara eso, añadió: — Mi raza soy yo mismo. La persona es una humanidad individual. Cada hombre es una raza, señor policía. |
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El cartògraf d'absències de Mia Couto
Asseguts en aquella muralla, ens ajuntàvem, negres i blancs, i el que trèiem de les aigües només obeïa a l'atzar. La vida era justa, per escasses hores.
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Fantasía Historica 🏛️