Macedonio Fernández
Todo esto lo he dicho para presentar a una persona que me honra opinando como yo: ella no toca el piano si no hablan, yo no puedo escribir si no pienso. Opino como esta señora: o me dejan pensar o no prosigo.
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Macedonio Fernández
Todo esto lo he dicho para presentar a una persona que me honra opinando como yo: ella no toca el piano si no hablan, yo no puedo escribir si no pienso. Opino como esta señora: o me dejan pensar o no prosigo.
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Una novela que comienza de Macedonio Fernández
Conozco a una mujer. ¿Conozco a una mujer? Sí: conozco una mujer joven, bella, amorosa, generosa, consolida, desventurada, trágicamente sellada en la existencia, con su soñar robado a los dieciocho años, cuyo heroísmo de secreto excede tanto al de todo hombre que desde que me crucé con ella en la luz del camino no puedo llamar secreto ni valeroso a hombre alguno. Más aún: desde que ella latió en mi luz todo hombre me parece una maquinilla de vivir, un algo, esto, aquello, alguna cosa.
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Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
[...] se rebela contra la materialización de la relación de amor, se rehúsa a sí mismo la actitud de amparo porque inferioriza: sólo concibe la identificación de iguales. El hombre que Fingía Vivir cumple mientras tanto divinamente la Ausencia. |
Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
[...] Vedlos vivir este instante de simpatía y placer al fin de cada día, pues además de sus tareas, decepciones, injurias, órdenes humillantes o indiferencia hacia su anónimo entre la multitud, tienen el dolorcito cotidiano de hallarse lejos de la estancia, forzados a privarse de ella largas horas; ¡vedles esta alegría, esta inocencia, y pensar que nada sienten, que no tienen vida!
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Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
Con mala noticia os hablo. He prolongado dos años esta prueba de la amistad y aunque me dio, por vosotros, una vida que vale más que el no vivir, no ha dado a mi destino conciencia de finalidad, de dignidad. Sólo la Pasión puede darla. Y la curación de mi alma para la pasión que no logré de la amistad, espero, última y nueva esperanza, de la Acción. |
Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
Evanescente caballero, señor del Olvido. Cuando, más que el rumor de tus pasos -el silencio que pasa sobre tu figura caminante- la indiferencia de todos adelante en el vacío tu soledad y te detengas a un reposo, esta carta puede que te alcance, y creerás entonces sentir distante el golpear de otro paso abrumado, comenzando el camino que seguirte, empezando la lección de tristeza que sufriste. [...] |
Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
La amistad abría los ojos viendo fantasmas; se les llenaron los ojos de fantasmas a los amigos; la mirada en vacío [...]
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Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
Respirantes, Humanos, los que, innumerables, cocéis incesantes el aire del mundo, pedido sin tregua en vuestros pechos, y lo elevan vuestras bocas eternamente abiertas a un cielo eterno, seres del latido y la voz que se alegra o se ahoga, que pida, quizá todos los días, el cesar y la eternización altamente, hay belleza para darnos toda intelección del Misterio, y para parar todo el dolor. Mas ¿dónde está? ¿En el Arte, en la Conducta, en la Intelección, en la Pasión?
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Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
¿Dónde está Belleza, la aclaradora del "ser" e hipnotizadora de Dolor? ¿Dónde está Belleza? ¿Dónde llama? ¿Llaman? ¿Verdad que llaman? Es la Eterna, aquella sola en quien el Secreto, amigo nuestro, halló el seguro, que viene para que escribamos esta página, dicha sólo a nosotros, en la que nada de nuestro secreto se desvanecerá pues todas las palabras no pueden contarlo, que cuando estuviera todo dicho el secreto no se habría arriesgado, nadie lo descubriera, ni cómo es ni si es secreto en un sueño o en lo real. |
Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
Definición del dolor de pasado, joya sentimental que la Eterna sembró en su pecho; mejor llamémoslo dolor de un Imposible sutilísimo solo en el alma de la Eterna acendrado, pues ni en el Ser o Mundo hay imposible alguno ni en alma alguna esta emoción de un cierto imposible creado en la mente de la Eterna.
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Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
-Presidente: Y un amor que una vez no puedo ser no podrá ser... -Quizagenio: Mas en mí fue de primera vez y lo guardaré eterno, sin el de ella. ¿Qué es el "yo amado"? Una palabra; tendré por mío el amor de ella por él. -Deunamor: En la vida. ¿Pero en la eternidad personal? |
Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
Cómo fue la mirada alelada, ojos muy abiertos buscando rumbos y viendo el fantasma del porvenir y vacilaciones de un camino, ante el futuro dudoso y el presente feliz cambiado. También a vosotros -había concluido el Presidente- un día la amistad no os bastará; -y así quedaron en las horas del ante amanecer puesta en el aire sin sostén la mirada, mirando porvenir, no queriendo mirarlo, siéndoles dolor mirar al suelo, la casa, el presente que gustaban mirar acariciándolo. |
Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
El tiempo individual eterno es para todo Posible; sólo en cuanto al espacio y al tiempo hay lo imposible: estar y no estar al mismo tiempo en un punto; ocurrir y no ocurrir al mismo tiempo, es lo único imposible. En verdad no hay imposible sino lo contradictorio, es decir sin sentido. Amar y no amar es contradictorio, no amar hoy y amar mañana no lo es. -Presidente: Me dais la eternidad y en ella la total posibilidad, y en ella mi identidad invariable. Mas no es tal identidad la de quien no puede amar a una perfecta amante y mañana lo puede. ¿Acaso no soy otro cuando siento lo que no sentía antes? |
Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
-¡Cómo vamos a darle vida que no tenemos! Deunamor quebranta el desconcierto de este momento: -Lo que necesitáis no es tener vida; lo que falta es saber si la eterna la quiere. Hasta ahora no hemos pensado en esto. [...] |
Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
-Aparecen sin pasado: ante una felicidad que no se soñó para esperarla sino como imposible y para sentirla más real, cortaron sus pasados, los hicieron sueños; vínculos, familias, recuerdos, olvidaron. -Tras el dolor de forzar el olvido, eran felices cuanto se puede ser sin la pasión [...] |
Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
Todo lo que son tristes sus ojos es alto mi ser, mi ser de espera. Y el instante pasa. Mas de una vez, y lo haré, había que hendir esa sombra, que no volverá más. |
Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
Todo se ha escrito, todo se ha dicho, todo se ha hecho, oyó Dios que le decían y aún no había creado el mundo, todavía no había nada. También eso ya me lo han dicho, repuso quizá desde la vieja, hendida Nada. Y comenzó.
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Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
[...] descenderá fresca de muerte, no resucitada, sino renacida, sonriente como partió y con apenas un solo ayer de su ausencia de años.
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Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
Esta frustración de las vocaciones es tan verdadera en la vida que en una novela que no quiere contener verdad alguna, nos aflige la referencia.
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El platillo llamado Duelos y Quebrantos (torta de huevos, jamón y chorizo) aparece en: