Museo de la Novela de la Eterna de Macedonio Fernández
[...] Vedlos vivir este instante de simpatía y placer al fin de cada día, pues además de sus tareas, decepciones, injurias, órdenes humillantes o indiferencia hacia su anónimo entre la multitud, tienen el dolorcito cotidiano de hallarse lejos de la estancia, forzados a privarse de ella largas horas; ¡vedles esta alegría, esta inocencia, y pensar que nada sienten, que no tienen vida!
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